Revista Académica Divulgativa Arjé
ISSN: 2215-5538 Enero a Julio, 2022 Volumen 5, Número 1
Editorial
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Cuando la educación es la práctica de la libertad, los estudiantes no son
los únicos a los que se les pide compartir, confesar. La pedagogía
comprometida no busca simplemente empoderar a los estudiantes.
Cualquier salón de clases que emplee un modelo holístico de aprendizaje
también será un lugar donde los maestros crezcan y se fortalezcan con el
proceso (Hooks, 1994, p. 21).
En otras palabras, el educador no es solo el que educa, sino quien, educando,
es educado en el diálogo con el aprendiente. Aunque como maestros somos los
que diseñamos el plan de lección debemos ser humildes y aprender de la
diversidad de orígenes y de las diferencias en los puntos de vista. En ese contexto
de humildad, debemos reconocer que no tenemos todas las respuestas y que es
en la relación entre los estudiantes y facilitadores donde aprendemos juntos.
Esta idea de mediación pedagógica se contrapone a la cultura académica
tradicional en la que los hechos objetivos se consideran puros, mientras que los
hechos subjetivos se miran con recelo y se reciben como poco confiables. El uso
de la primera persona, en la mediación pedagógica se mira como un sesgo, un
peligro que debilita la certeza académica y que debe superarse. En nuestras
investigaciones se nos impone el escribir en tercera persona, se nos obliga a
escindirnos de lo que nos apasiona y a no apropiarnos de nuestros pensamientos
o no hacernos responsables por ellos, lo cual, se considera una virtud.
Contrario a lo que sucede ampliamente en la cultura académica tradicional,
este enfoque de la mediación pedagógica más relacional le da mucha