Revista Académica Divulgativa Arjé
ISSN: 2215-5538 Enero a Julio, 2022 Volumen 5, Número 1
Segmento especial
https://doi.org/10.5281/zenodo.7015563
334
Sebastián Miranda Brenes
Instituto Nacional de Aprendizaje y Universidad de Costa Rica, Costa Rica
Contacto: smirandabrenes@gmail.com
Ética ambiental: reconocer la otredad de la naturaleza desde el biocentrismo,
el amor y la compasión
Resumen
El desarrollo de la sociedad occidental ha concebido una cosmovisión basada
en el antropocentrismo, la cual ha influido marcadamente en la crisis ecológica
y climática actual. Como respuesta han surgido propuestas que cuestionan el
modelo civilizatorio y proponen una cosmovisión basada en el biocentrismo,
planteando el reconocimiento de la otredad, la naturaleza y el desarrollo de una
ética ambiental que asume como principios el amor, el respeto, la
responsabilidad, la compasión y el cuido, con el fin de promover una
transformación cultural que nos permita volver a integrarnos a la comunidad de
la vida.
Palabras claves: Ética ambiental, biocentrismo, otredad y compasión.
Revista Académica Divulgativa Arjé
ISSN: 2215-5538 Enero a Julio, 2022 Volumen 5, Número 1
Segmento especial
https://doi.org/10.5281/zenodo.7015563
335
Abstract
The development of western society has conceived a worldview based on
anthropocentrism, which has markedly influenced the ecological and climate
crisis that we are currently experiencing. In response, proposals have arisen that
question the civilizing model and propose a worldview based on biocentrism,
where the recognition of the otherness of nature is proposed, and the
development of an environmental ethic that assumes love, respect, freedom,
responsibility, compassion, and caring as principles, in order to promote a cultural
transformation that allows us to re-integrate into the community of life.
Key words: Biocentrism; Environmental ethics; otherness and compassion.
Introducción
Desde finales de los años cuarenta, un ingeniero forestal, Aldo Leopold (2017),
escribió un libro pionero llamado La Ética de la Tierra, la cual señala que es
necesario que la humanidad se entienda como un miembro de una comunidad
cuyas partes son interdependientes; y ampliar nuestra ética para incluir al suelo,
al aire, al agua, a las plantas y a los animales (p. 223). Sin embargo, aún setenta
Revista Académica Divulgativa Arjé
ISSN: 2215-5538 Enero a Julio, 2022 Volumen 5, Número 1
Segmento especial
https://doi.org/10.5281/zenodo.7015563
336
años después, se sigue haciendo un llamado, cada vez más urgente, para
acoger de forma radical lo propuesto por este autor.
De manera contemporánea, el filósofo español Jesús Mosterín (2014) en su libro
El Triunfo de la compasión, enuncia: “una ética a la altura de nuestro tiempo no
puede ignorar el resto de la biosfera y no puede dejar de lado los intereses de
los otros animales ()(p. 34).
Durante los últimos 80 años, han sobresalido gran cantidad de movimientos,
agrupaciones y personas que asumen el reto de manera intensa y apuestan por
hacer un trabajo enfocado en la conservación del ambiente, luchando por los
derechos de la naturaleza y de los animales. Para esto crean organizaciones
comunales, gubernamentales y no gubernamentales y le hacen frente a la crisis
climática catalizada por el modelo de desarrollo imperante. Sin embargo, estos
esfuerzos son en su mayoría aislados, pues la mayor parte de la población, aun
sabiendo la necesidad de hacer un cambio, decide, día con día, mantenerse
dentro de un estilo de vida suicida y ambientalmente destructivo.
Es vital señalar que no toda la responsabilidad de esto recae sobre las personas,
aunque haya una gran cuota individual, se vive dentro de un sistema que ha
acondicionado los sistemas educativos, impuesto estilos de vida y criterios de
Revista Académica Divulgativa Arjé
ISSN: 2215-5538 Enero a Julio, 2022 Volumen 5, Número 1
Segmento especial
https://doi.org/10.5281/zenodo.7015563
337
éxito que alimentan un imaginario social de bienestar; sustentado en la
adquisición de bienes.
Este modelo, el filósofo coreano, Byung Chul Han lo describe en su libro
Psicopolítica, de la siguiente manera (Han, 2014, p. 11.): “El neoliberalismo
[aunque se puede señalar mejor al capitalismo], es un sistema muy eficiente,
incluso inteligente, para explotar [hasta] la libertad; lo que significa que este un
sistema que se adapta rápidamente a los cambios sociales, que absorbe los
contra-movimientos y logra mantenerse vigente.
Del antropocentrismo al biocentrismo
Según Pelluchon (2017) nuestra cultura se sustenta en una cosmovisión
dominada por el antropocentrismo, es decir, la idea de todo en nuestro planeta
está función de lo humano, y el ambiente, no es más que un depósito de
recursos, y solo posee un valor instrumental para satisfacer exclusivamente las
necesidades de la especie humana (p. 31).
Como también mencionan Donaldson y Kymlicka (2018) es un planteamiento de
la teoría moral que toma a la humanidad como medida, y asume que los seres
Revista Académica Divulgativa Arjé
ISSN: 2215-5538 Enero a Julio, 2022 Volumen 5, Número 1
Segmento especial
https://doi.org/10.5281/zenodo.7015563
338
humanos merecen derecho y justicia, mientras que los animales y otros seres solo
consiguen posición moral si se acercan a la esencia de lo humano (p. 67).
Dicha visión condena a cualquier otro ser vivo a colocarlo en la Zona del No Ser,
un concepto utilizado por el filósofo Frantz Fanón (2017) para referirse a las
personas negras a quienes se les negaba su condición de humanidad, como la
misma humanidad niega a los seres vivos su condición de Otro, colocándolos en
“una región extraordinariamente estéril y árida, una rampa esencialmente
despojada” (Fanón, 2009. p. 42) al considerar al ser humano como el único que
tiene necesidades, y el derecho a satisfacerlas, negando que otros seres también
tienen sus propias necesidades y el derecho a suplirlas. Esto ha impedido a la
humanidad crear una relación de afinidad que la vincule en una comunidad de
vida, como más adelante se explicará.
Por otra parte, el predominio de esta forma occidentalizada de interpretar el
mundo se intensificó con el capitalismo y la concepción productivista de
acumular riqueza para generar bienestar particular. En este modelo económico
que predomina en la actualidad, la naturaleza se considera como una simple
bodega de recursos o de materias primas, cosificándola, despojándola de una
condición de ser o de cualquier valor sagrado. Lo anterior ha permitido la
justificación de su sobreexplotación para mantener la dinámica de
Revista Académica Divulgativa Arjé
ISSN: 2215-5538 Enero a Julio, 2022 Volumen 5, Número 1
Segmento especial
https://doi.org/10.5281/zenodo.7015563
339
hiperproducción y de hiperconsumo. O como señala Zent (2014) La naturaleza
como solo materia u objeto, se presente vacía de significados y derecho” (p. 97).
Entre algunas de las consecuencias de lo anterior, que se pueden señalar son la
deforestación, la escasez de agua apta para consumo, la contaminación del
agua, el aire, el suelo y el espacio, así como el calentamiento global, que ha
conducido a que las poblaciones humanas actuales sean las primeras
generaciones en vivir los efectos de la crisis climática que por muchas décadas
atrás se habían anunciado, y que recientemente ha vuelto a ser señalado por el
Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés)
en su informe Climate Change 2021: The Physical Science Basis.
En el informe de la IPCC (2021) mencionado e indica que después del 2030 la
temperatura promedio del planeta incrementará más de 1,5 °C, puesto que las
emisiones de gases de efecto invernadero provenientes de las actividades
humanas seguirán incrementándose, intensificando las consecuencias
relacionadas al cambio climático, y exponiendo a todos los seres del planeta, no
solo a una crisis ecológica, sino a una crisis civilizatoria y que pone en riesgo a la
propia especie humana (p.246).
Revista Académica Divulgativa Arjé
ISSN: 2215-5538 Enero a Julio, 2022 Volumen 5, Número 1
Segmento especial
https://doi.org/10.5281/zenodo.7015563
340
Ante este escenario, hay que insistir en promover un cambio social radical que
desemboque en la transformación de los cimientos culturales de nuestra
sociedad. Una transformación que conduzca a abandonar el antropocentrismo,
y terminar con el mundo como lo conocemos, con el fin de retornar a una
cosmovisión, que ya Aldo Leopold mencionaba hace más de setenta años, y
que poco a poco, de forma lenta, ha ido tomando fuerza.
A este cambio de visión se le conoce como biocentrismo, la cual surge como
una posición política del sujeto-naturaleza, y consiste en poner la vida como el
centro de todo, y como plantea Schmidt (2016) con esta visión se pretende
reivindicar el valor primordial de la vida (p. 100), y afirmar que todo ser vivo
merece respeto moral.
El biocentrismo se sustenta en dos ideas. La primera es considerar a la Tierra como
una comunidad de entidades vivas, como lo han retomado otros autores como
Fritjof Capra, Leonardo Boff y el Papa Francisco, que han fomentado la
percepción de que los humanos formamos parte de la Comunidad de la Vida, y
habitamos en una Casa Común. Visión que también es retomada en la Carta de
la Tierra, un documento firmado en el año 2000, apoyado por muchos actores
sociales importantes de la comunidad internacional y que representa una
herramienta clave para el desarrollo de una ética ambiental, pues como
Revista Académica Divulgativa Arjé
ISSN: 2215-5538 Enero a Julio, 2022 Volumen 5, Número 1
Segmento especial
https://doi.org/10.5281/zenodo.7015563
341
enuncia su preámbulo: “La Tierra, nuestro hogar, está viva con una comunidad
singular de vida” (Carta de la Tierra, 2000, p.1).
La otra idea, ya planteada por Leopold (2017) es considerar a la Tierra como un
ente o un ser digno de consideración moral, de respeto y de amor (p. 27 y 56), y
para esto es necesario que se replantee, como señala la Carta de la Tierra (2000),
nuestro relacionamiento con nuestro entorno, implicando un cambio de
mentalidad y de corazón, (…) un nuevo sentido de interdependencia global y
responsabilidad universal” (p.4), y que todo individuo, familia, organización,
comunidad, corporación y Estado, tiene un papel vital que cumplir”(p.5).
En este punto, es necesario abordar lo anterior lejos de cualquier idea
romantizada que se tenga de amor. Por el contrario, resulta indispensable
resignificar esa palabra, volver a darle un contenido profundo, para que se
vuelva uno de los principios éticos fundamentales de las sociedades
contemporáneas, ya que “(…) es a través del amor donde se legitima al otro en
la convivencia, sea humano o no, y funda lo social, según menciona Humberto
Maturana (2001, p.11) en su libro Emociones y lenguaje en educación y política.
Esto quiere decir, que el amor debe ser el principio fundamental de la ética
ambiental, pues permite poner la vida en el centro, al otro como un sujeto de
Revista Académica Divulgativa Arjé
ISSN: 2215-5538 Enero a Julio, 2022 Volumen 5, Número 1
Segmento especial
https://doi.org/10.5281/zenodo.7015563
342
derecho y promover una cultura de no violencia y de cuidado de la naturaleza
y de todos los seres que la conforman.
La otredad de la naturaleza
Partiendo de lo anterior, se puede afirmar que la concepción de naturaleza
viene dada por cuestiones culturales, económicas y sociales, pues la relación de
los humanos con esta depende de su cosmovisión.
Es por esto, que con el desarrollo de una ética ambiental basada en el
biocentrismo, a través de procesos de educación ambiental que promuevan
cambios culturales significativos, y permitan transformar poco a poco, de
manera radical, nuestra cosmovisión occidental, la concepción de naturaleza
puede cambiar para la especie humana. Conllevando, a su vez, una
transformación de nuestros hábitos, de nuestra visión de desarrollo, de nuestro
sistema económico y, por lo tanto, de nuestras dinámicas sociales, lo que puede
representar una respuesta fáctica a la crisis ecológica y la resignificación de
nuestra idea colectiva del cuidar el Oikos (nuestra casa-mundo).
Parte de esta otra forma de relacionamiento con el entorno, se debe basar en
la consideración a la naturaleza como un sujeto de derecho, lo que permitiría
Revista Académica Divulgativa Arjé
ISSN: 2215-5538 Enero a Julio, 2022 Volumen 5, Número 1
Segmento especial
https://doi.org/10.5281/zenodo.7015563
343
concebir a la naturaleza como un Otro, como un ser vivo, sensible y que convive
con nuestra especie, y que, además, provee todos los ciclos fundamentales, a
los cuales los humanos pertenecen, para mantener un equilibrio que permite la
vida, tal y como se conoce.
Esto implicaría que dentro de nuestra cosmovisión se abandone la idea de que
la naturaleza, y los elementos que la conforman son simples recursos naturales,
sino que son seres que tienen derechos y necesidades sicas que deben
satisfacer, y que, además, de una u otra forma, están emparentados con la
humanidad, pues como expone Jesús Mosterín (2014) en su libro El triunfo de la
compasión, estar emparentado con alguien significa compartir con él ancestros
comunes” (p. 55) y, a estas alturas de nuestra vida, es imposible negar el vínculo
que la humanidad tiene con la naturaleza y con el resto del universo, pues las
evidencias científicas del Big Bang, la evolución del planeta Tierra y el desarrollo
de la vida, señalan todos los seres vivos comparten ancestros en común, y su
existencia tiene como origen el mismo organismo unicelular, un procario primitivo
el cual hemos heredado todos los rasgos esenciales de la vida.
Lo segundo, es que, a diferencia de los humanos, al considerar a la naturaleza
como un ser sin agencia moral, entendiendo esta, según explica Richard (2016),
como el ejercicio conjunto de disposiciones psicológicas, dentro de las cuales se
Revista Académica Divulgativa Arjé
ISSN: 2215-5538 Enero a Julio, 2022 Volumen 5, Número 1
Segmento especial
https://doi.org/10.5281/zenodo.7015563
344
identifican cierto tipo de emociones como la culpa, la vergüenza, la gratitud, y
la simpatía, que también se presentan en otras especies (p.857).
Sin embargo, es necesaria considerar a la naturaleza como paciente moral, que
según señala Pelluchon (2017), como un sujeto con el que la humanidad tiene
responsabilidades y deberes (p. 132).
Lo anterior, permite entender dos aspectos, el primero es que la naturaleza no
actúa o actuará de forma deliberada, sino de lo hará según sus ciclos, sus
dinámicas y sus metabolismos, y según se vean alterados por las actividades
antropogénicas, así que expresiones como la naturaleza se está vengando, o se
está desquitando por lo que le hemos hecho, no tienen cabida en la realidad.
Lo segundo, es que al ser conscientes de que los humanos si hemos desarrollado
esta agencia moral, y se reconozca a la naturaleza como paciente moral
permite que se le reconozca una serie de derechos para garantizarle su bienestar
y una buena calidad de vida, sin exigir o esperar ninguna obligación o deber,
pues como indica Peter Singer en su libro Liberación animal (2011): “el derecho
a la igualdad no depende de la inteligencia, capacidad moral, fuerza física u
otros factores similares”.
Revista Académica Divulgativa Arjé
ISSN: 2215-5538 Enero a Julio, 2022 Volumen 5, Número 1
Segmento especial
https://doi.org/10.5281/zenodo.7015563
345
Por lo tanto, al reconocer a la naturaleza como un Otro dentro de la visión
biocéntrica de la ética ambiental, se supera la visión ética anterior, en donde
solo tenía relevancia el trato directo del hombre con el hombre, incluido el trato
consigo mismo, como explica Hans Jonas (2014) en su libro El principio de
responsabilidad, en el que también afirma que toda ética tradicional es
antropocéntrica(p. 41 y 47), y por lo tanto al considerar la naturaleza dentro de
la teoría de una ética ambiental implica hacer reflexión sobre las obligaciones y
responsabilidades que los humanos tienen sobre esta, al ser quienes tienen
agencia moral.
En este punto nuevamente, se puede hacer mención a lo que se establece en
el preámbulo de la Carta de la Tierra que, literalmente, expone (Carta de la
Tierra, 2000):
Debemos unirnos para crear una sociedad global sostenible
fundada en el respeto hacia la naturaleza, los derechos humanos
universales, la justicia económica y una cultura de paz. En torno a
este fin, es imperativo que nosotros, los pueblos de la Tierra,
Revista Académica Divulgativa Arjé
ISSN: 2215-5538 Enero a Julio, 2022 Volumen 5, Número 1
Segmento especial
https://doi.org/10.5281/zenodo.7015563
346
declaremos nuestra responsabilidad unos hacia otros, hacia la gran
comunidad de la vida y hacia las generaciones futuras (p.1).
Lo que permite concluir, una ética ambiental posibilita extender nuestra agencia
moral, para otorgar un trato de respeto y asumir una responsabilidad en cómo
nos relacionamos con cada uno de los seres que habitan el planeta.
La compasión, otro pilar de la ética ambiental
Cuando dentro de la ética ambiental se resignifica el principio de amor, desde
nuestra agencia moral se debe respetar las relaciones entre todos los seres vivos
y asumir la responsabilidad de reconocer la otredad de la naturaleza, se puede
retomar una de las virtudes más nobles del ser humano: la compasión.
Mosterín (2014) explica que la compasión se basa en que los humanos, al tener
la experiencia propia del sufrimiento y pudiendo ubicarse imaginativamente en
el lugar de otras criaturas que padecen, y pueden padecer con ellas, siendo una
emoción moral básica, como la gratitud, la ternura o el arrepentimiento, que se
despierta desde la empatía (p.25), lo que podría considerarse como una de las
bases de la consciencia social.
Revista Académica Divulgativa Arjé
ISSN: 2215-5538 Enero a Julio, 2022 Volumen 5, Número 1
Segmento especial
https://doi.org/10.5281/zenodo.7015563
347
A la anterior, se puede sumar lo establecido por Melich (2013), al señalar que la
compasión se e basa en acompañar y acoger, situarse al lado del que sufre.
Sin embargo, dentro de nuestra cosmovisión occidental que se basa en la
competitividad, o sea en la anulación del otro, la compasión no tiene cabida
dentro nuestra cultura, pues se considera como una forma de debilidad. Lo que
abre la posibilidad de que dentro de nuestra sociedad las personas dejen de ser
compasivos, o desarrollen una compasión selectiva, según el aprendizaje que se
tenga sobre el valor de los otros, parafraseando a Mosterín (2014, p.25).
Al analizar el sistema vigente, se identifican prácticas de dominación sustentadas
en el sexismo, el racismo, la explotación según la clase social y la devastación
ambiental, como menciona Sheila Collins, activista estadounidense, que violenta
constantemente a otros humanos como mujeres, negros, pobres, niños,
migrantes, población sexualmente diversa, entre otras, y a otros no humanos
como animales, bosques o ecosistemas completos, a quienes no se les muestra
ninguna compasión cuando se maltratan, violan, asesinan o destruyen (Villarroel,
2007).
Por este motivo, al promover la compasión como una respuesta al dolor del otro
y que al extenderla a la naturaleza, como explica Melich (2013) y al adquirir una
Revista Académica Divulgativa Arjé
ISSN: 2215-5538 Enero a Julio, 2022 Volumen 5, Número 1
Segmento especial
https://doi.org/10.5281/zenodo.7015563
348
visión biocentrica del mundo, se puede entender fortalecer el desarrollo de una
ética ambiental como una alternativa para mejorar las relaciones entre la
humanidad y los otros seres con quienes conviven, fomentando la
reincorporación en nuestras sociedades del principio de la no violencia, lo que
permitiría rechazar los sacrificios de animales, la sobreexplotación de naturaleza
y el aniquilamientos sistemático de especies.
El principio de la compasión se puede encontrar en la redacción de la Carta de
la Tierra (2000) en la que se establece el principio de “(…) cuidar la comunidad
de la vida con entendimiento, compasión y amor, tratar a todos los seres
vivientes con respeto y consideración”, (p 2-5.); ideas que han sido pilares
fundamentales para movimientos como el veganismo
1
, el animalismo
2
y el
antiespecismo
3
que tienen como raíz común los movimientos ecologistas.
Una ética ambiental biocéntrica sustentada en la práctica de la no violencia y
la compasión pasa a un marco moral, que, de acuerdo con Donaldson y
1
Veganismo: movimiento social que se basa en el concepto moral que inspira un modo de vida caracterizado por la
renuncia a cualquier producto o servicio procedente de los animales y de su explotación (Pelluchon, 2017. p. 134).
2
Animalismo: es un movimiento social que reconoce a los animales como titulares de determinados derechos
invulnerables (Donaldson y Kymilcka, 2018. p. 19).
3
Antiespecismo: el especismo designa la actitud que atribuye un rango superior a la especie humana, y considera que
para tener una condición moral hay que formar parte de esta especie. Mientras que el antiespecismo es un movimiento
social que se basa en la afirmación que la desigualdad de los intereses de los animales y los humanos obedece a un
prejuicio y es una forma de discriminación y es ilegítima (Pelluchon, 2017. p. 29 y 128).
Revista Académica Divulgativa Arjé
ISSN: 2215-5538 Enero a Julio, 2022 Volumen 5, Número 1
Segmento especial
https://doi.org/10.5281/zenodo.7015563
349
Kymilcka (2018), reconoce a los animales como titulares de derechos
invulnerables basados en el mismo planteamiento de la extensión natural de
igualdad moral que subyace a la doctrina de los derechos humanos ( p. 19).
Por consecuencia, el reconocimiento de la naturaleza y de los animales como
pacientes morales a través de una ética ambiental puede permitir que se
abandone las premisas que los animales y la naturales son inferiores a los
humanos y que la humanidad es ajena a la comunidad de vid. Esto implicaría
una transformación social en la cual se identifique a esos otros como seres vivos,
con quienes se conviven, y con una sociedad sustentada en la compasión no
tendría cabida la crueldad, que Donaldson y Kymilcka (2018) la define como “el
uso de la fuerza intencional sobre ellos para obtener su lesión o su muerte del
otro(p. 20).
Lo que estaría alineado con la postura de Pelluchon (2017) cuando expone que
como especie la humanidad podría abandonar el uso de la violencia y la
crueldad, y evitar el maltrato intencional de una criatura sensible o sintiente,
provocándole, alargándole e incrementándole el dolor deliberadamente (p. 15
y 17).
Revista Académica Divulgativa Arjé
ISSN: 2215-5538 Enero a Julio, 2022 Volumen 5, Número 1
Segmento especial
https://doi.org/10.5281/zenodo.7015563
350
Desde lo anterior, se puede concluir que en una ética ambiental significa
considerarse seres que esencialmente están pendiente del sufrimiento del otro o
sujetos que cuidan, pues como según lo explica Leonardo Boff (2016) es el cuidar
lo que lleva a estar ligado a la vida y cuando se pone en práctica se respetan
los ritmos de la naturaleza y los derechos de cada ser” (p. 47).
La ética ambiental debe estar constituida en el biocentrismo, que reconoce la
otredad de la naturaleza y de los animales, desde el amor, el cual legitima al
otro, y en la compasión, que evita el sufrimiento de los seres, lo que la hace una
vía para transformar la cosmovisión occidental y volver a ser parte de la
comunidad de vida, y así convivir de forma equilibrada y justa con los animales
y la naturaleza.
Referencias
Boff, L. (2016). Una ética de la madre tierra. ¿Cómo cuidar la casa común?
Misión Técnica Alemana, GIZ. Guatemala. p. 47.
Carta de la Tierra (28 de abril de 2022). Carta de la Tierra.
https://cartadelatierra.org/lea-la-carta-de-la-tierra/. pp 1-5.
Donaldson, S. W. Kymilcka. (2018). Zoópolis: Una revolución animalista. Primera
edición. Errata Naturae. España. pp. 29, 53, 67
Revista Académica Divulgativa Arjé
ISSN: 2215-5538 Enero a Julio, 2022 Volumen 5, Número 1
Segmento especial
https://doi.org/10.5281/zenodo.7015563
351
Fanon, F. (2009). Piel negra, máscaras blancas. Ediciones Akal. España. p. 42.
Han, B. (2014). Psicopolítica: Neoliberalismo y nuevas técnicas de poder.
Primera edición. Hereder Editorial, España. p. 11.
Intergubernamental Panel Climate Change. (2021). Climate Change 2021:
The Physical Science Basis. Working Group, I contribution to the Sixth
Assessment Report of the Intergovernmental Panel on Climate Change.
Estados Unidos. p. 246.
Jonas, H. (2014). El principio de responsabilidad. Ensayo de una ética para la
civilización tecnológica. Editorial Herder. España. pp.42 y 47.
Leopold, A. (2017). Una ética de la tierra. Segunda edición. Los libros de la
Catarata. España. pp. 27, 56 y 223.
Maturana, H. (2001). Emociones y lenguaje en educación y política. Décima
edición. Ediciones Dolmen. España. p.11.
Melich, J.C. (2013). Ética de la compasión. Herder editorial. Edición Kindle.
Mosterín, J. (2014). El triunfo de la compasión: nuestra relación con los otros
animales. Alianza Editorial. España. pp. 25, 34, 55.
Pelluchon, C. (2017). Manifiesto animalista. Politizar la causa animal. Penguin
Random House, Grupo Editorial. España. p. 15, 17, 31, 64, 128, 132, 134.
Richard, A. (2016). El origen evolutivo de la agencia moral y sus implicaciones
para la ética. Revista Pensamiento. 72 (273), p. 857.
Revista Académica Divulgativa Arjé
ISSN: 2215-5538 Enero a Julio, 2022 Volumen 5, Número 1
Segmento especial
https://doi.org/10.5281/zenodo.7015563
352
Schmidt, L. (2016). Biocentrismo: paradigma emergente del conocimiento
humano. Revista de Bioética Latinoamericana. 18, 41-106.
Singer, P. (2011) Liberación Animal. Editorial Taurus. España. Edición Kindle.
Villarroel, R. (2007). Ética y medioambiente. Ensayo de hermenéutica referida
al entorno. Revista de Filosofía. 63. 55-72.
Zent, E. (2014). Ecogonía I. Desarrollando la noción de naturaleza en la
tradición occidental. Revista Etnoecológica. 10(3), 88-100. p. 97.