Revista Académica Divulgativa Arjé
ISSN: 2215-5538 Enero a Julio, 2022 Volumen 5, Número 1
Segmento especial
https://doi.org/10.5281/zenodo.7015828
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La educación que recibimos, la gran mayoría de estudiantes del doctorado fue
en el paradigma mecanicista. En mi caso, desde mi educación básica, en la
cual la maestra no me dejaba pensar diferente, había que seguir estrictamente
la forma en cómo sentarse, levantar la mano, estar callado todo el tiempo, salir
de la clase en fila, leer lo que asignaban y, muchas veces, la maestra estaba
como en escenario o escalón superior para dar la clase, entonces ella tenía que
bajar la cabeza para poder ver a los estudiantes.
Aunado a lo anterior, la secundaria no fue diferente. Los profesores daban la
materia basada en los contenidos del programa. Casi siempre llegaba el
docente se ubicaba al frente de la pizarra se ponía a escribir, a veces, hablaba
y escribía la clase en la pizarra. El profesor en algunas ocasiones preguntaba si
todo estaba entendido, sino había consultas seguía hasta terminar con el horario
de clase. En este sistema lineal, los estudiantes casi no participan, ya que el
profesor siempre sabía todo y se creía que nunca se equivocaba. A veces,
cuestionar al profesor era sinónimo de mala educación.
Los profesores que en aquella época educaban de una forma muy mecánica,
precisamente, porque a ellos los habían formado así. Denise Najmanovich (2019)
menciona lo siguiente respecto a la ciencia clásica:
La ciencia clásica privilegio la exactitud y la precisión, la linealidad, la
estabilidad, la repetibilidad, la determinación, el control y la
homogeneidad dejando de lado la sutileza, la diversidad, la irregularidad,
la variabilidad y la multidimensionalidad, la espontaneidad, el fluir y el
afectar (p.5).
La educación universitaria que recibí en Costa Rica, los primeros años de mi
carrera de Economía, igual fueron muy tradicionales. Por ejemplo, en teoría
Económica y de modelos se estudiaba la escuela neoclásica o positivista, con