Revista Arjé: Mediación Pedagógica a través de la divulgación y la ciencia
E-ISSN: 2215-5538, Vol. 5, N.º 2
Julio a diciembre, 2022
Sección Especial
García, P. Vivencias de una clase
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Vivencias de una clase
¿Será posible impartir un curso universitario sin utilizar una evaluación
tradicional? Después de recibir las diversas capacitaciones en docencia de
la UTN llegué a la conclusión que sí. Con esta convicción ingresé este año
2022 a mi clase de Seminario de Realidad Nacional II: Patrimonio
Cultural. Me encontré con un grupo de aproximadamente 30 estudiantes
de diversas carreras: Informática, Administración y otras. Cuando entré
al aula, pude notar sus rostros serios, aburridos, sentados distantes,
temerosos, con sus mascarillas, sobrevivientes de una pandemia, les di
la bienvenida al curso, mencioné mi nombre, los saludé, y en ese
momento comenzaron nuestras experiencias de aprendizaje. Les pedí que
se levantaran de sus asientos, que dejaran sus cosas en los pupitres y
que saliéramos del aula.
La cultura está conformada por toda una red de interacciones diversas,
que se entrelazan entre sí en distintas dimensiones, en el tiempo y el
espacio, y que hemos construido entre todas las personas.
Pero, en vez de darles la definición, les pedí que formáramos un círculo,
saqué un rollo de pabilo, tomé la punta y les dije mi nombre, lo que
estudié en la universidad y quién es la persona más importante de mi
vida, entonces, le lancé la bolita a otro aprendiente, de modo que entre
esa persona y yo se creó una conexión mediante el pabilo. Entonces, él
dijo su nombre, lo que estudió y la persona más importante de su vida,
Pedro García Blanco
Universidad Técnica Nacional, Costa Rica
pgarcia@hotmail.com
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le tiró la bolita de pabilo a otra persona aprendiente, y así, poco a poco,
formamos una red.
Al final, les dije que esa red es la cultura, donde hay aspectos en los que
conectamos con otros, que somos diferentes, pero en muchos aspectos
iguales y que en esa vinculación van quedando evidencias tangibles e
intangibles de estas construcciones. Luego, volvimos al aula y les
pregunté: ¿qué es la Cultura? ¿Qué es el Patrimonio Cultural tangible e
intangible? Mediante una plenaria, logramos elaborar las definiciones de
nuestro grupo de una forma participativa, activa y significativa; fue muy
impactante para el grupo poder compartir ideas, notar cómo algunas son
parecidas o diferentes a las propias, pero que de alguna manera todas las
personas formamos parte de esta sociedad entrelazada por la cultura.
Hasta este momento, procedí a leer el programa y les comenté que cada
experiencia de aprendizaje tendrá un puntaje y que esa sería la
evaluación del curso: Evaluación por Mediación, lo que significa, que cada
experiencia de aprendizaje tiene su propio proceso de evaluación que se
reflejará en su nota final. Esto les sorprendió, pero aceptaron la propuesta
y se dispusieron a seguir.
De esta forma, cada semana, en la clase, llevaba una dinámica distinta,
de acuerdo con el contenido que indicaba el programa. Cuando
abordamos el tema: Seres Interculturales y Multiculturales, les pedí que
saliéramos al patio y con piedras encontradas en el Campus, construimos
la silueta en el suelo de un cuerpo humano enorme. Nos pusimos
alrededor de la imagen, al mejor estilo del Art-Land, y les dije que
entraran a la silueta aquellas personas que les gusta el fútbol, muchos
entraron y otros no, entonces les pedí que salieran. Luego, que ingresaran
los que les gusta el mar… Y así, fui haciendo preguntas donde unos
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entraron varias veces, pero en otras ocasiones no. Lo cierto es que todos
entraron al cuerpo humano en variados momentos, entonces les
pregunté: ¿qué significa que seamos personas multiculturales e
interculturales? Las respuestas fueron impresionantes; fue cuando
entendí el valor de que la persona docente esté en silencio, mientras
escucha a las personas aprendientes expresarse.
Recuerdo con cariño, el día que vimos el tema del valor del Patrimonio
Cultural, es decir, las actividades, edificios, visiones de mundo, personas
portadoras de saberes, música, teatro, danza, artes visuales, todo aquello
que relacionamos con nuestro país y con el resto del mundo.
En esa ocasión, formé comunidades de aprendientes y les pedí que
trajeran para la siguiente semana juegos tradicionales (trompo, rayuela,
jackses, saltar la cuerda y otros) y que debían decirnos las reglas y, de
hecho, invitarnos a jugar. Después de terminada esta etapa, tuvieron que
definir como grupo, qué valores cognitivos, afectivos y espirituales
enseñaban esos juegos; así tocaron aspectos como desarrollo de la
motora fina y la motora gruesa, aprendizaje de los números, la suma, la
resta, la colaboración, el manejo del triunfo y del error, el reto y la
identidad grupal, el liderazgo y muchas más; sin duda alguna, fue
maravillosa la experiencia.
En una ocasión, los cité al centro de Puntarenas para un City Tour; los
llevé a sitios históricos y les conté anécdotas y datos curiosos de esos
lugares: secretos, importancia, mitos y leyendas; conocieron el Parque
del Muellero, el Muelle Grande, la Capitanía de Puerto (Edificio
Patrimonial), el Momento de la Equivocación (Los Cañones), el origen del
Churchill, la antigua Aduana y sus secretos masónicos, la Casa de la
Cultura de Puntarenas, que fue la antigua cárcel y su lema: “De las celdas
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a las Artes”, la catedral de Puntarenas y su ambigüedad: estilo romántico
por fuera y neoclásica por dentro y la leyenda de la Flor de la Reseda, el
boulevard de las Artes y sus esculturas cada una con su reseña particular:
la escultura de aire, la danza en el mar, el teatro, la música tradicional
puntarenense del Tamborito Chiricano, la escultura y la literatura, basada
en las visitas de José Martí al puerto, y su famosa frase: “La vida es breve,
pero el arte es eterno”. Las caras de asombro de las personas
aprendientes es un recuerdo muy valioso; su experiencia cambió su visión
de una comunidad que consideraban común, a una llena de historia, arte,
costumbres, tradiciones, y perspectivas de la vida, es algo imposible de
darle una calificación cuantitativa.
Una experiencia que marcó el desarrollo del curso fue el tener que
entrevistar a una persona portadora de saberes. El resultado fue que
buscaron, planificaron una serie de preguntas, grabaron y conocieron a
hombres y mujeres que dieron sus testimonios de vida desde una visión
humanista; entre los cuales hubo misioneros, zapateros artesanales,
cocineros y cocineras, músicos, folcloristas, profesores activos o
pensionados, los recuerdos florecieron.
Las personas aprendientes expusieron sus entrevistas a toda la clase, los
vídeos, además, contestaron preguntas de sus compañeros y
compañeras, y, principalmente, debían expresar qué se llevaron de esta
experiencia.
De la anterior actividad recuerdo dos casos puntuales: un señor de
Turrubares que, a causa de la entrevista, el estudiante pudo visibilizar la
importancia de él en la comunidad y le dedicaron unas fiestas patronales
y, otro caso fue un señor zapatero de Palmares, quien en la entrevista
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dijo: “Los zapateros dejaremos de existir cuando el ser humano aprenda
a volar por sí solo”.
Así bien, para finalizar el curso, formé tres comunidades de aprendientes,
las cuales debían investigar una leyenda, un suceso o una experiencia de
las personas que se dedican a la pesca artesanal en Puntarenas y
convertirla en una obra para radio-teatro. Con estas instrucciones, se
dividieron el trabajo: unos realizaron la búsqueda y entrevista, otros
prepararon el guion literario estilo radio-teatro, y luego, grabaron las
voces, los efectos especiales y presentaron sus producciones ante un
jurado, don Manuel Alvarado, reconocido catedrático de la Universidad de
Costa Rica, y la reconocida actriz puntarenense, Yanina Ruíz Fernández.
A este tipo de trabajo se le conoce como Investigación-Creación.
Cuando ocurrió el cierre del curso, las personas aprendientes se
expresaron con gran gratitud, comprendieron el valor de la cultura, las
áreas que hay que cambiar, transformar, modificar o salvaguardar, se
entendieron como seres culturales, multiculturales e interculturales,
razonaron sobre sus propias carreras y la conexión con el curso, así como
su responsabilidad social como aprendientes universitarios en la
comunidad.
En conclusión, ¿qué me llevé yo de esta vivencia en el aula? Como
docente, siempre he pensado que la persona mediadora debe inspirar a
sus aprendientes, liderar un proceso de creación conjunta del
conocimiento, y así, lo vivido en clase, le dé algún significado a la vida,
pero, esto implica, el silencio y saber escuchar, esa es para mí, la mejor
estrategia, puesto que como docente las experiencias de aprendizaje me
ayudan a crecer.
