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Segmento especial
Educación desde la Biopedagogía: el encanto de aprender para la
vida
Education from Biopedagogy: The Charm of Learning for Life
Educação a partir da Biopedagogia: o encanto de aprender para a vida
Karen Flores Vindas
Universidad La Salle, Costa Rica
kaflovi@hotmail.es
https://orcid.org/0009-0005-7950-8134
Resumen
Los retos de la modernidad exigen cambios en el pensar y actuar. Desde el
paradigma de la Complejidad eclosiona la pasión por una nueva forma de
aprender mediante el gozo, la ternura, el amor, la conexión con el entorno y
la otredad, para que los aprendizajes perduren y encanten la existencia de
quienes han disfrutado edificando saberes-sabores en sus andares para
cultivarse. La Biopedagogía se convierte en el puente entre los conocimientos
y el deleite de un aprendizaje perpetuo. Nos conecta con la formación interna,
nuestra endogénesis, y nos entrama con el entorno del que debemos
apropiarnos como parte de la oportunidad de subsistir y el placer de aprender
para la vida; busca fomentar un amor genuino por el aprendizaje y la
comprensión de cómo nuestra historia, sentires y acciones nos revelan como
seres complejos, holistas y únicos. Este artículo pretende provocar la reflexión
sobre la importancia de vislumbrar el enfoque educativo con la conveniencia
de trascender en la vida desde el encanto por aprender con felicidad, promulga
una pedagogía basada en el deleite y se dirige hacia la ciudadanía planetaria,
a todo aquel mediador, facilitador, aprendiente y lector que quiera enamorarse
de su proceso de construcción y lo perpetúe en su caminar. En este escrito se
vincula el aprendizaje con la vida, pues se aprende mientras se vive y se vive
mientras se aprende.
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Palabras claves: Biopedagogía, Autopoiesis, Endogénesis, Cultura de
Aprendizaje.
Abstract
The challenges of modernity demand changes in thinking and acting. From the
Complexity paradigm emerges a passion for a new way of learning through
joy, tenderness, love, connection with the environment, and otherness, so that
the acquired knowledge endures and enchants the existence of those who
have enjoyed constructing knowledge and flavors in their journeys to cultivate
themselves. Biopedagogy becomes the bridge between knowledge and the
pleasure of perpetual learning. It connects us with internal formation, our
endogenesis, and weaves us into the environment that we must embrace as
part of the opportunity to survive and the pleasure of learning for life, it seeks
to foster a genuine love for learning and an understanding of how our history,
feelings, and actions reveal us as complex, holistic, and unique beings. This
article aims to provoke reflection on the importance of envisioning the
educational approach with the intention of transcending life through the joy of
learning. It advocates for a pedagogy based on joy and is directed towards
planetary citizenship, addressing anyone who serves as a mediator, facilitator,
learner, or reader who wishes to fall in love with their construction process
and perpetuate it in their journey. This writing establishes a connection
between learning and life, emphasizing that one learns while living and lives
while learning.
Keywords: Biopedagogy, Autopoiesis, Endogenesis, Learning Culture.
Resumo
Os desafios da modernidade exigem mudanças no pensar e no agir. Do
paradigma da Complexidade emerge a paixão por uma nova forma de
aprender através da alegria, da ternura, do amor, da conexão com o meio
ambiente e da alteridade, para que os conhecimentos adquiridos perdurem e
encantem a existência daqueles que gostaram de construir saberes e sabores
em suas jornadas de cultivo de si. A biopedagogia torna-se a ponte entre o
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saber e o prazer de aprender perpetuamente. Ela nos conecta com a formação
interna, nossa endogênese, e nos tece no ambiente que devemos abraçar
como parte da oportunidade de sobreviver e do prazer de aprender para a
vida, busca fomentar o amor genuíno pela aprendizagem e a compreensão de
como nossa história, sentimentos e ações nos revelam como seres complexos,
holísticos e únicos. Este artigo tem como objetivo provocar a reflexão sobre a
importância de conceber a abordagem educativa com a intenção de
transcender a vida através da alegria de aprender. Defende uma pedagogia
baseada na alegria e está voltada para a cidadania planetária, dirigindo-se a
todo aquele que atua como mediador, facilitador, aprendiz ou leitor que deseja
se apaixonar pelo seu processo de construção e perpetuá-lo em sua jornada.
Esta escrita estabelece uma ligação entre a aprendizagem e a vida,
sublinhando que se aprende vivendo e se vive aprendendo.
Palavras-chave: Biopedagogia, Autopoiese, Endogénese, Cultura de
Aprendizagem.
Introducción
En la actualidad, el ser humano se enfrenta cada vez más a retos derivados
de la innovación en todos los escenarios, uno de ellos es el labrantío de la
educación. Con frecuencia, los medios de noticia resaltan rezagos en los
procesos de lucubración de las comunidades aprendientes y, cada vez más,
las exigencias por obtener conocimientos suscitan apatía en su producción,
saberes que son claves para enfrentar los desafíos, pero pueden transformar
los medios de búsqueda en aniquiladores del disfrute del saber.
Además, aunque existen diversos modelos para ilustrar ¿cómo las personas
pueden aprender?, incrementan los retos en el transitar que pueden
desvanecer poco a poco la alegría y el disfrute, generados por los fracasos o
experiencias desagradables, mutilando sueños de los aprendientes. Se debe
germinar una idea novedosa que pueda contribuir a iluminar los senderos del
saber, a visualizar la educación desde una línea compleja, holista, una ruta
que correlacione la formación y el encanto por aprender para la vida: la
Biopedagogía.
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Por lo tanto, este artículo se enfoca en un aprendizaje desde el punto de vista
biopedagógico, resalta la conexión entre seres humanos y su entorno natural
al abordar la ciudadanía planetaria, comprende la relación con el planeta y
cómo nuestras acciones lo afectan. Se promueve un aprendizaje holístico que
engloba el conocimiento intelectual, también el desarrollo emocional, social y
ético, reconoce la endogeneidad, porque el conocimiento surge desde la
interioridad, cultiva una conciencia individual sobre las responsabilidades
hacia el planeta y la comunidad global, incluye la interconexión de todas las
formas de vida y la dependencia mutua entre todos los seres humanos y la
naturaleza, alineando la idea de la interdependencia global de cada ciudadano
y el trabajo conjunto para abordar desafíos compartidos, además, origina la
acción y participación en el aprendizaje.
Reflexión
La Biopedagogía: un enfoque holístico de la educación
En el intento de mejorar la educación y el andar terrenal, la Biopedagogía se
convierte en el sazonador de la existencia de quien se instruye, lo conecta con
su pasión endógena y el entorno en el que habita; subraya la importancia de
comprender que existe una relación compleja entre los individuos y su
ambiente, también, resalta que la educación no se limita a la transferencia de
información, sino que debe generar el disfrute de la vida, aprovechar y cultivar
las oportunidades que la preexistencia ofrece para enfrentarnos a los desafíos
modernos. Igualmente, amalgama el deseo por aprender con nuevos
significados, atesorarlos, encantarse y perpetuarlos, ya que se conectan los
saberes desde el sentir, desde el deseo de conocer, explorar, construir y
disfrutar lo vivido para poder formarse con felicidad.
Pero ¿cómo podemos aprender felices? La respuesta es edificar desde nuestras
posibilidades y conectar nuestra historia, nuestra endogénesis, con los
entornos donde debemos coexistir, así emerge una pedagogía desde el amor,
pues el ser humano está consagrado al amor” (Morin, 2003, p. 84) y merece
aprender desde sus realidades, sus posibilidades, su epistemología, cultivarse
dentro de campos impregnados de ternura porque es su derecho.
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Desde esta cosmovisión, educar en armonía con la Biopedagogía, implica
desligarnos de creer que es suficiente con aprender tópicos base para
enfrentar las exigencias presentes, conlleva reconocer esos saberes ligados
con nuestro cuerpo, mente y espíritu, pues somos seres complejos, holistas,
en búsqueda de campos dinamizados, facilitadores de conocimientos
alcanzados con alegría, que trascenderán en las vivencias, lo cual exige
reconocer cómo interactuar con el entorno natural y social; se trata de
relacionar al ser humano con su ambiente nativo y con su proceso de
aprendizaje para encantarse para la vida, ya que la educación debe estar
diseñada y llevada a cabo de tal manera que inspire un amor duradero por
aprender y enfrentar los desafíos de la subsistencia cotidiana.
Educación y actuar
La educación es un concepto expuesto a constantes variaciones y se confronta
con los retos de las sociedades en busca de mejora y conocimiento; es un
vocablo representativo de las diversas constituciones del ser humano, de ese
repertorio de experiencias múltiples que marcan su caminar y lo conectan con
la forma de visualizar y enfrentar la existencia, porque “no sólo somos una
síntesis de nuestra trayectoria vincular y social sino también de nuestros
aprendizajes” (Casasola, 2018, p. 64), de cada una de las lucubraciones
creadoras de resonancia mórfica, en razón de lo cual elaboramos matrices de
conocimiento que actúan desde lo implícito, desde nuestros sentipensares, así
nos constituimos como sujetos de juicio, reconfiguramos subjetividad,
reflexionamos acerca de lo que somos como historia vivida y construida en la
interacción con la otredad y trascendemos a otras generaciones el cúmulo de
saberes acopiados.
De esta manera, la incorporación del encanto por aprender para la vida desde
la emoción, el amor y la ternura, además de sentirse perteneciente a un
espacio placentero de construcción con significado, edificado desde
experiencias propias, vividas no contadas, promueve cambios significativos en
el actuar y caminar en la modernidad. Por lo tanto, encantarnos conlleva a
fortalecernos como “comunidad académica institucional que se configure
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como un cuerpo autónomo para pensar y resolver problemas” (Sierra, 2019,
p.21) enfrentar los desafíos unidos, nutrirnos y lograr ser mejores personas,
capaces de reflexionar, pensar y actuar desde nuestro ser.
Así, aprendemos a actuar de manera autónoma cuando participamos en la
resolución de problemas cotidianos, llamados retos diarios, donde damos
nuestro aporte, pero sin olvidar que pertenecemos a una red conexa con las
riquezas poseídas por todos para conocernos y transformarnos, evolucionar y
gozar del placer de estar vivos, sin olvidar que “no hay un más allá de la
realidad ni una estética que no emerja en primera instancia de lo cotidiano”
(Mandoki, 2006, p. 18), por eso, las experiencias nos impactan, nos moldean
desde el contexto de cada ser, de manera distinta, ya que contamos con una
realidad y estética propia, construida desde la ontogenia, desde lo que fue la
cotidianidad vivida, pero estamos imbricados dentro de la sociedad en la que
nos tocó vivir y pertenecemos a una comunidad que debe apoyarse,
emocionarse y aprender nuevas formas de actuar para subsistir con calidad
humana.
Por consecuente, la manera en cómo pensamos moverá nuestro accionar, si
nos creemos capaces, seremos capaces; esa percepción será motor
conductual, el gran “factor diferenciador de la acción humana, es así que, los
rasgos psicológicos son factores decisivos en las relaciones interpersonales,
ante todo en las interacciones donde queda comprometida la construcción del
sentido” ( Sierra, 2019, p. 41) porque como seres distintos y con historias
diversas, nos comportamos según nos sentimos, percibimos y valoramos, por
tal razón, las interacciones marcarán la construcción de sentidos.
Al conocernos como protagonistas de la vida propia, mejoramos la
autopercepción, nos sentimos mejor, emocionados, felices, motivados porque
logramos una transformación personal en los ámbitos donde nos
desenvolvemos, por eso, los pensamientos mueven las acciones, encantarnos
nos permitirá interactuar desde el amor y respeto hacia nuestro ser y el de los
demás.
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Ternura y amor: agentes de cambio en la educación para la vida
Igualmente, las emociones al ser reacciones psicofisiológicas, nos permitirán
adaptarnos, serán la manera de sobrevivir pues son “inevitables y provocan
sensaciones, fomentan el aprendizaje, ya que intensifican las conexiones
sinápticas (Rotger, 2017, p. 23) incrementan los latidos del corazón, son los
gritos de sentimientos aflorados en cada individuo, son los motivadores y
serán los archivos de los circuitos neuronales que guardan la información
considerada relevante, por eso, la necesidad de discurrir sobre los elementos
esbozados. Por lo tanto, se aprende mejor desde la emoción, desde el gusto
por encontrar ese sentido en el proceso de vida de cada uno; debemos buscar
las formas de despertar sentimientos de alegría, deseos de aprender, de
“colaborar en las buenas vibras, en reacciones positivas, en despertar el calor
emocional que lo sostenga” (Souza, 2017, p. 13), hacerlo permeable,
duradero y lograrlo con disfrute.
Asimismo, la ternura y el amor surgen como agentes de cambio, modelos de
esperanza para desarrollar autopoiesis, pues son reacciones señaladas
fundamentales por la Neurodidáctica, esa “conjunción entre pedagogía,
epistemología, psicología, Neurología, ciencias cognitivas y aprendizaje”
(Gómez y Escobar, 2015, p. 5), ya que somos organismos vivos: sentimos,
lloramos, reímos, luchamos, nos adaptamos, nos reinventamos; somos
integrales, estamos conectados, entrelazados con todo lo que ocurre a nuestro
alrededor, nos impacta, nos transforma, intentamos cada día sobrevivir a los
retos, a las exigencias modernas, pero necesitamos un aliciente, una
esperanza. Por lo expuesto, la ternura y el amor son pertinentes para crear
nuevas oportunidades, sensaciones que nos generan bienestar, delectación.
Desde esta intención, la inclusión de la ternura y el amor como elementos
humanizantes y transformadores en la existencia, suscita mayor afecto,
mejor calidad en el aprendizaje y seres felices en y con la vida” (Rojas, 2014
p.25), se tornan en alicientes, faros, alegrías en el camino de cada individuo,
donde la intención no solo es adquirir conocimientos, sino aportar para la
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existencia, encantar, transformar personas, ayudarlas a ser más felices en sus
procesos de construcción.
Aprendizaje perpetuo
Por consiguiente, es imprescindible tener siempre presente, que la vida es
aprendizaje perpetuo mientras estemos enérgicos, es un proceso biológico
natural de apropiación de nuevos saberes para construir personal y
socialmente a partir de relaciones establecidas como seres vivos en los
diversos ambientes compartidos. Aunque poseemos una epistemología propia,
no podemos olvidar que somos una subred interconectada sin desvinculación,
estamos dentro de una trama, correspondidos asiduamente entre ambientes,
convertidos en una “nueva manera de pensar en rminos de conectividad,
relaciones y contexto” (Capra, 1996, p.56), porque nuestras acciones tienen
impacto en esa conectividad con los demás, en esa totalidad inseparable
formada por subsistemas, todos importantes en cada función realizada e
inmersos en una analogía dinámica y creativa para poder subsistir de la mejor
forma.
Desde esta visión, como sistemas vivos o “totalidades integradas cuyas
propiedades no pueden ser reducidas a las de sus partes más pequeñas”
(Capra, 1996, p.56,), debemos comprender que nuestra esencia requiere del
conjunto para funcionar y no quedar destruidos, porque “cuando el sistema se
disecciona en elementos aislados” (Capra, 1996, p.56), se reduce, queda
disuelto y se pierde totalmente en el proceso natural de vivir y aprender con
significado.
Por lo escrito hasta aquí, es preciso funcionar junto a las subredes comunes y
dentro de los ámbitos compartidos para asimilar desde nuestras bases
biológicas, continuar procesos de construcción a partir del interaprendizaje,
interdependencia y transformación, según habilidades y capacidades, pero
dentro de un colectivo, esa totalidad intrínsecamente conexa e inseparable.
En esta compleción, los seres vivos nos necesitamos unos a los otros para
formar verdaderas comunidades reflexivas. El compromiso de cada subred se
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convierte en una herramienta de construcción dentro del conjunto, puesto que
aprendemos según la forma en que vivimos, interactuamos y compartimos, lo
cual incluye el cuidado de nuestra esencia y la de los demás.
Además, como aprendientes integrales, la mente, el cuerpo y el espíritu
conforman nuestra historia, por esta razón somos responsables de
motivarnos, reencantarnos para adquirir novedosos conocimientos de manera
agradable, basados en el acatamiento, amor y los nuevos sabores que
podamos agregarle a nuestra existencia. También, debemos iniciar el andar
de manera individual, pero con conciencia del impacto de nuestros pasos
dentro de sistemas cooperativos, por lo cual, es necesario implementar la
autorreflexión, la correflexión, el pensamiento crítico y dedicarnos a aprender
a aprender desde experiencias para gestar saberes diferentes pero
complementarios con prácticas de vida, ampliar la visión hacia la otredad, ya
se comparte asertivamente; pensamos, actuamos juntos, dialogamos y
edificamos sentipensares como totalidad interconectada.
De esta manera, estamos llamados a formar comunidades aprendientes, vivir
en armonía, compartir, buscar, descubrir con ilusión, compromiso,
responsabilidad, confiar en las fortalezas y debilidades, pero sin
fragmentación. Se requiere potenciar valores, contribuir desde la diversidad y
complejidad como seres vivaces para favorecer el aprendizaje según ideales,
sueños, esperanzas personales y pareceres comunes, eclosionar el bienestar
de todos. Asimismo, considerar las emociones y sentimientos en los procesos
de aprendiencias es vital para la trascendencia social, por lo que ser
empáticos, incorporar una mirada distinta, plasmada de amor y ternura en la
educación, puede abrir puertas increíbles, dar sentido a la vida, a la totalidad
que somos, porque al vivir “nos encontramos con sistemas dentro de
sistemas” (Capra, 1996, p.57), somos una organización dentro de otras y las
otras son sistemas en sí mismas, por ello, aprender a existir debe ser un ideal
común, un sentipensar para beneficiarnos como integridad tangente; iniciar
por uno mismo es un gran paso para contribuir desde un pensamiento
sistémico contextualizado sin considerar partes, sino patrones inseparables.
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Por lo manifestado, se relaciona con trazar una nueva ruta de ilustración desde
miradas biopedagógicas.
Escenarios dinamizadores y actuar significativo
Igualmente, en este caminar es imprescindible cavilar sobre el papel que
debemos adoptar para construir una cultura más justa, impregnada de
valores, de relaciones sanas, de respeto y complementariedad; debemos
dinamizar escenarios, emocionarnos para causar conmoción en los individuos
que nos acompañan en el vivir, todos dentro de un ambiente que impacte
recíprocamente. Por consiguiente, encantar es una opción válida para ese
intento, formar en el amor, en la confianza de que nuestro aporte y el de los
otros será valorado.
De igual manera, para vitalizar los procesos de aprendizaje, debemos provocar
la aceptación personal e inmersión grupal, llenar de amor los espacios
cooperativos, organizar vivencias y mover lo emocional. Por ende, impulsar el
sentido de pertenencia, compromiso, respeto, libertad y alegría suscita
cambios personales, significativos, busca armonía, equidad, ya que una
reconstrucción personal desde este enfoque biopedagógico modificará
sentires, pensares, acciones, emergerá otra cultura, otra matriz, una más
humana y desarraigada de estereotipos, sesgos, relaciones de poder y otros.
Entonces, requerimos visualizarnos como seres integrales, holísticos, donde
todo lo que nos rodea nos impacta, ya que pertenecemos a un contexto,
somos parte de éste, intentamos sobrevivir adaptándonos al entorno y nuestro
comportamiento es producto de lo acontecido alrededor, pues “todo lo viviente
distingue dos procesos clave, la endo causalidad como comportamiento
interior y la exo causalidad o causa exterior que provoca los accionares del
sistema para generar la endo-exo causalidad” (Lozano, 2020, p.9 ), porque
primero hay un proceso interior individual asociado a la historia y experiencias
vividas impactado por causas externas, se relacionan y dentro de esa
interacción se genera un nuevo producto, un novedoso fenómeno complejo o
endo-exo.
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Red de conexiones
De esta forma, somos parte de una red, un sistema complejo correlacionado
con otros sistemas completos, indisociables de la realidad individual, que
busca interactuar oportunamente con otros seres dentro de un contexto para
edificar significados, conscientes de que todo tiene relación en el deleite de
vivir: las historia, la interacción, los roles y las creencias dentro de un contexto
de impacto, no obstante, el error deriva de la segregación en lugar de la
búsqueda del complemento, pues debe existir el amalgamiento de lo físico,
mental y espiritual dentro de los ámbitos donde nos desenvolvemos para
lograr significados, construcciones de autopoiesis en los procesos de vida, así
como la promoción de espacios semánticos y autoorganizativos para que
realmente aflore la transformación morfogenética en el aprendizaje de la vida
y de la formación como seres integrales.
Paralelamente, para alcanzar esa comitiva pedagógica es necesario trabajar
con intencionalidad, hechizarnos desde los sentidos, desarrollar el reconcomio
de capacidad inmersa en la Biopedagogía, la cual está orientada hacia la
sensibilización, el compromiso, la participación, cooperación, ternura,
corporeidad y cuido, porque cada aprendiente merece ser respetado y cuidado
desde su esencia misma, implementando un modelo biopedagógico que
genere caminos para conocer desde la emoción, desde el alma y la
autoconciencia de que estamos interconectados en una relación dinámica y
creativa entre el vivir y el aprender de las personas y las comunidades en
contextos concretos”. (Maturana, 1999, p.21)
Estamos llamados a comprometernos a cavilar, reflexionar, reconocer,
ahondar, vivir conscientemente, transformarnos a partir de la autoconciencia
del accionar, ya que considerar la Biopedagogía es aprender viviendo y vivir
aprendiendo con el fin de recrear la vida en todas las dimensiones” (Delgado,
2017, p. 41), siempre con gozo porque el encanto es clave pedagógica. Así,
la perspectiva holística y ecológica comprometida con la vida, es reconocer
que somos parte de una red interconectada donde interactuamos y nos
complementamos entre todos los seres vivos, además, se requiere potenciar
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esta habilidad de autoorganización para aprender de manera dinámica,
desarrollar autopoiesis o capacidad como seres vivos de auto mantenernos al
crear un “espacio de coexistencia en la biología del amor, vivido en el placer y
la alegría de ver, oír, oler y reflexionar, que nos torna capaces” (Maturana,
1999, p. 67), competentes para aprender desde la complejidad y diversidad
acogiendo la cognición, la estética” (Boff, 2001, p.12) promover la
revivificación de un nuevo paradigma de convivencia.
Autopoiesis y Aprendizaje Autónomo
Por lo expuesto, perseguir una educación vinculada con la Biopedagogía
requiere de espacios de construcción de saberes, donde es necesario movilizar
energías quietas tornadas en oportunidades para aprender a aprender y
despertar la ilusión por concretar los sueños dormidos en los corazones de
infinidad de aprendientes deseosos de encontrarse, de materializar todas esas
hermosas quimeras que han surgido en sus pensares, desde sus pasiones
internas.
Necesitamos regocijarnos en una pedagogía de esperanza, de ternura, amor
y disfrute, renovada de ilusiones y encantos, donde los seres humanos se
relacionan para facilitar los procesos de lucubración, por lo tanto, es
indispensable formarnos de manera activa, con protagonismo, siendo autores
más que actores, aprovechar todos los recursos, esmero y sazones ingeniados
para derivar alcances positivos y de esta manera emerja la autopoiesis o
capacidad como sistema vivo para autorregular el propio proceso de
adquisición de conocimientos y habilidades gozadas, que nos acompaña a lo
largo de la vida, ya que se ha forjado desde el deleite, significado y autonomía
como seres capaces de aprender y construir.
Conclusiones
De acuerdo con cada uno de los referentes esbozados, mantener un enfoque
biopedagógico, es recordar que somos seres individuales y, a la vez, sociales
conectados y en constante cambio de estructuras, generadas del resultado de
una “dinámica interna, como gatillados por interacciones en un medio que
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también está en continuo cambio (Maturana, 1999, p.23), tratamos de
sobrevivir y mantener nuestros intereses, necesidades y expectativas
personales, pero conscientes de formar parte de una sociedad,
reinventándonos regularmente para afrontar los retos de la vida, por ello lo
ocurrido en el entorno nos afecta directa e indirectamente.
Si queremos encontrar respuestas a incertidumbres ocurridas alrededor,
debemos conocer el ámbito donde interactuamos, reconocer nuestro interior
con proyección a una imbricación externa para lograr mejor convivencia
personal y social, vivir, subsistir, porque “un ser vivo conserva su organización
en un medio solo si su estructura y la estructura del medio son congruentes y
esta congruencia se conserva” ( Maturana, 1999, p.24), por eso, necesitamos
interactuar de la mejor manera, conservar nuestra organización individual,
pero conscientes de que podemos modificar para bien las estructuras y lograr
la adaptación dentro del medio que nos tocó vivir.
Requerimos lanzarnos al encanto de conocernos, rebuscar alternativas y
construir realidades viables, aprender a “relacionarnos de otra manera con
nosotros mismos, con la naturaleza y con la vida; y para enfrentar las
dificultades que nos agobian” (Payán, 2000, p.15), esta introspección y actuar
puede generar cambios personales positivos en la promoción de autopoiesis y
autoorganización, variar los ambientes y transformar la estructura
morfogénica en la intervención didáctica, porque cuando examinamos
sentipensares, nuestras realidades fluctúan, pueden organizarse mejor,
intensificar los espacios y llenarlos de significado para afrontar los disímiles
conflictos del camino de la vida.
Además, este sentir renovado permite el desarrollo de habilidades
morfogenéticas de autoaprendizaje y del grupo de aprendientes, moviliza
estructuras y las nutre con nuevos saberes para el bien de la otredad,
reconoce la importancia de promover espacios semánticos potencializadores
del aprendizaje al enriquecer los ambientes, los carga de significados y activa
la interacción para compartir ideas y construir conocimientos de manera
colaborativa.
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Por ende, este sentipensar implica la convicción de que educar es crear,
realizar y validar en la convivencia, un modo particular de convivir” (Maturana,
1999, p. 147) con uno mismo y los demás, porque en la coeducación somos
trama, hebra y conjunto, caminamos mejor en armonía, desde la
reciprocidad; encantémonos, emociomonos con una nueva esperanza en la
educación para la existencia, aprendemos mientras haya vida y de manera
conjunta, con gozo y felicidad, desde la autorreflexión constante y el deseo
de ser cada día mejor para poder nutrir y nutrirnos.
Suscitar los emisarios compartidos mediante la pasión de ser mejores
personas, facilitadores y aprendientes, es crear magia y sazón en la educación
para la vida. Se necesita vitalizar la existencia, aprender con alegría y
felicidad, promover espacios semánticos y autoorganizativos en la
transformación morfogenética del aprendizaje para ligarse a la Biopedagogía.
Emprendamos este nuevo caminar
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