Yulök Revista de Innovación Académica, ISSN 2215-5147, Vol. 4, N.º 2
(Periodo: apertura mayo, 2020; cierre noviembre, 2020), pp. 1-5
Chaves, R. (2020). Recensión del libro: “Cultura” de Terry Eagleton. Yulök Revista de
Innovación Académica, 4(2), pp. 1-5
Por esto mismo acusa abiertamente el discurso de los llamados estudios culturales y
manifiesta que “el interés por el pluralismo, la diferencia, la diversidad y la marginalidad ha
dado frutos valiosos, pero también ha servido para desplazar la atención de cuestiones más
materiales (…) la cultura se ha convertido en una forma de no hablar sobre el capitalismo,
(…) el culto a la inclusión contribuye a ocultar esas diferencias materiales” (p. 49).
Con este gesto, el de deshilachar aquello que se mueve de forma inconsciente en la cultura,
avanza Eagleton hacia el tercer capítulo. Aquí explora la relación poder-hegemonía-cultura,
y lo hace a partir de uno de sus elementos aglutinantes: la ideología, entendida como lo que
denota “valores y prácticas simbólicas que en un momento dado están siendo empleados para
el mantenimiento del poder político” (p. 67), con el fin de transformarlo en cultura, “disuelto
en la textura de nuestro comportamiento cotidiano” (p. 81).
Pese a este escenario que podría parecer sombrío, Eagleton aprovecha para hacer una
observación significativa: “la cultura no siempre es un instrumento del poder. También puede
ser una forma de resistencia” (p. 69).
Este tironeo de la cultura es problematizado por Eagleton, con lo cual recurre a diversos
pensadores y escritores (Marx, Burke, Herder, Eliot, Williams), para entretejer los diferentes
intereses sociohistóricos a los cuales cada uno de ellos busca dar respuesta. Aquí nuestro
autor nos muestra esa capacidad nómada que le permite establecer puentes entre lo analógico
y lo digital. Bajo una estrategia en la que muta de un espacio-tiempo a otro, como un
hipervínculo, Eagleton salta de una historicidad a otra, conecta aquello que puede potenciar
la profundización de los temas que pone en discusión. Como buen desatador de lo complejo,
nunca pierde de vista la relación entre las partes y el todo del “nudo”.
En el cuarto capítulo, ahonda en la cultura como espacio interpretativo contradictorio, de
apariencias y ficciones, a partir de la figura de Oscar Wilde. Para Eagleton, es preciso aplicar
el extrañamiento como estrategia comprensiva. La marginalidad, aquí entendida como ese
desplazamiento que permite amplitud de mirada, coloca a la cultura también como
posibilidad de liberación.
La disputa de intereses convierte a la cultura en un territorio en conflicto, donde tiene cabida
tanto el “yo” como el autoplagio, el espejo y la propaganda; el individualismo de doble vía
que puede orientar no solo al altruismo como fachada del egoísmo, sino también a la
autorrealización colectiva. Las tensiones, entre elitismo y socialismo, gratificación y castigo,
ocio y trabajo y la circulación de ideas desafiantes, abren la puerta tanto a la utopía cultural
de propiciar “espíritus libres” (p. 126), así como a una nueva forma de producción de masas.