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Prólogo: Signicados del estudio del Campo de Batalla La Trinidad
María Eugenia Bozzoli Vargas
Profesora Emérita, Universidad de Costa Rica, Miembro de Número, Academia Morista Costarricense, San José, Costa Rica.
maria.bozzoli@ucr.ac.cr
Prólogo:
Significados del estudio del Campo de Batalla La Trinidad
Durante tres años se llevó a cabo un proyecto de Arqueo-
logía Histórica en el sitio de la Batalla La Trinidad, una de
las que sucedieron en la Campaña Nacional 1856-1857.
Es pionero en explorar un sitio de encuentro bélico, por
su metodología y por sus hallazgos. Se exploró un área
extensa y se identificaron seis niveles de ocupación, entre
900 d.C. y el siglo XX.
Del inicio de 2016 al final de 2018, miembros de la Aca-
demia Morista Costarricense y cooperantes llevaron a
cabo un proyecto arqueológico en la confluencia del río
Sarapiquí con el río San Juan. El 22 de diciembre de
1856 allí ocurrió una estratégica batalla que permitiría al
ejército costarricense tomar otros puestos enemigos en
esa vía fluvial, en su lucha contra William Walker y sus
soldados. Las batallas de 1856-1857 se conocen por la
historia escrita; ninguno de sus sitios, excepto el de la
Trinidad, se ha documentado por la evidencia acumulada
en el suelo, donde se lleva a cabo toda actividad humana.
En la Academia Morista Costarricense algunos miembros
habían vislumbrado la exploración arqueológica en Boca
de La Trinidad, no solo para lograr un más hondo cono-
cimiento de las hazañas bélicas ligadas con la gesta de
Juan Rafael Mora Porras, sino también por una visión li-
gada al desarrollo económico y educativo de Sarapiquí, a
partir del conjunto de sus recursos naturales e históricos.
El camino fue diseñar un proyecto con tales fines.
Los estudios previos en Arqueología Histórica en Costa
Rica se pueden resumir en cuatro áreas
1
: 1. Arqueología
de contacto, cuando restos de culturas indígenas, poste-
riormente a la ocupación europea, han adoptado elemen-
tos de ese origen, tales como cuentas de vidrio y objetos
de hierro. Los dos primeros estudios datan de 1901 y
1 El resumen de los antecedentes en Arqueología Histórica en C. R. se basa en el trabajo de Arrea Sierman Floria, 2016,
“Un acercamiento al potencial de las investigaciones coloniales, republicanas y recientes en Costa Rica”. Memoria del Congreso Ibe-
roamericano de Patrimonio Cultural. Lo material y lo inmaterial en la construcción de nuestra herencia. San José, Costa Rica: UCR,
FCS, Escuela de Antropología. Vol.1: 16-31.
2 La información acerca de los hallazgos y otras características de la excavación proviene de sus arqueólogas: “Cronología de
la ocupación en la zona de confluencia del río Sarapiquí con el río San Juan, margen izquierda: Mil años de historia”. Maureen Sánchez
P.; Virginia Novoa E.; Arqueólogas. 2020. Inédito.
1958 respectivamente, y han continuado. 2. Ubicación de
asientos de villas y ciudades españolas, de la década de
1960 en adelante. Ejemplos: Garcimuñoz y Cubujuquí.
3. Sitios coloniales y republicanos, de los años de 1970
al presente. Ejemplos: Cafetales, lecherías, industrias,
caminos, muros, puentes, ferrocarriles, comercio, lozas,
objetos de vidrio, metales y otros. 4. Arqueología de mi-
siones. Ejemplo, Ujarrás.
En 2020, los estudios en Arqueología Histórica pueden
sobrepasar cuarenta; no obstante, el estudio de la Trini-
dad es un exitoso hito pionero: a) de excavación profesio-
nal del sitio de una batalla; b) de novedosa relación entre
el trabajo científico y las entidades patrocinadoras; c) de
la magnitud de los logros debida al espacio explorado y
a la importancia histórica de los hallazgos; d) ha sido un
proyecto realizado únicamente con recursos disponibles
en Costa Rica.
El proyecto “Recuperación e interpretación de la eviden-
cia cultural de la Batalla de La Trinidad durante la Cam-
paña Nacional de 1856-1857, Sarapiquí”
2
, fue promovido
y auspiciado por la Academia Morista Costarricense, es-
pecialmente por su directiva de 2016-2018. El Sr. Mauri-
cio Ortiz Ortiz, Académico de Número, aportó la idea de
excavar en la Trinidad; contribuyó a su financiamiento de
manera considerable; cooperó en el trabajo arqueológi-
co e histórico; mantuvo presencia en cada temporada del
trabajo de campo. La excavación fue coordinada por las
arqueólogas Maureen Sánchez Pereira, Miembro Corres-
pondiente de la Academia, y Virginia Novoa Espinoza.
Hubo colaboración estrecha de parte del Sr. Rubén Darío
A., comunicador, y José Ramírez Azofeifa, Antropólogo.
Además, colaboraron algunos estudiantes de Arqueología
Yulök Revista de Innovación Académica, ISSN 2215-5147, Vol. 5, N.º 1
Enero- junio 2021, pp. 9-10
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Prólogo: Signicados del estudio del Campo de Batalla La Trinidad
de la Universidad de Costa Rica. El personal profesio-
nal realizó su trabajo ad honorem e hizo algunos otros
aportes económicos. La arqueóloga Sánchez supervisó el
empleo de las técnicas arqueológicas en el sitio y en el
trabajo de laboratorio. Ella y la arqueóloga Novoa prepa-
raron los informes escritos y trabajan en una obra extensa
acerca de la reconstrucción del Campo de Batalla.
El área examinada fue de 8.169,39 m
2
, manzana y algo
más, en la margen izquierda del río. Este espacio, brindó
datos acerca de 1000 años de ocupación humana, pues
en el nivel más antiguo se ubican fragmentos de cerámi-
ca monocroma, con engobe rojizo, de aproximadamente
los 900 años d.C.; se puede postular que corresponden
a sociedades agrícolas, alfareras, que también subsistían
de recursos ribereños, lacustres y marinos, con conoci-
mientos de navegación, pesca y recolección de moluscos,
crustáceos y bivalvos, además de cacería. Sus viviendas
posiblemente fueron perecederas, empleando madera, be-
juco y palma.
El segundo momento de ocupación se extiende del siglo
XVI al XVIII: grupos indígenas temerosos del contacto
rehuían la presencia de no indígenas; esporádicamente
algún viajero describía algún encuentro fortuito. Se regis-
tran algunos fragmentos de cerámica muy tosca, identi-
ficada en investigaciones arqueológicas como “cerámica
criolla” o cerámica indohispánica.
El tercer momento coincide con el período en el cual
Joaquín Mora Fernández había logrado recorrer, en dos
meses, una vereda, y marcar el camino, en 1820, en los
albores de la Independencia. Dos objetos corresponden
a la década de 1830: un tintero de vidrio transparente,
fabricado por P&J Arnold, inglés, y lozas antiguas de
vajillas decoradas. Otros artefactos son numerosos frag-
mentos de lozas inglesas, escocesas y norteamericanas de
1830 en adelante, testimonio cultural de las visitas que
posiblemente viajeros estadounidenses y europeos reali-
zaban por la zona.
El cuarto estrato, de mediados del Siglo XIX, aportó
importante evidencia vinculada con las acciones bélicas
de la Batalla de diciembre de 1856 y primeros meses de
1857, tales como: artefactos de guerra (municiones, balas
Minié y perdigones de plomo, balas de hierro de cañón,
posibles fragmentos de cañones de rifles y fusiles, cade-
nas de hierro); de vestimenta militar (posible botón de
uniforme, hebilla, navaja, alfiler); campamento (clavos,
posible bisagra de baúl o puerta); implementos médicos
(frascos de vidrio); personales (posible medalla o relica-
rio); alimentos (botellas de vidrio, de licor); entre muchos
más. El valor histórico aplica no sólo a Costa Rica, sino
también para el resto de países centroamericanos, pues
son los primeros artefactos recuperados de un sitio de
batalla con una ubicación precisa y un contexto cultural
definido. Se entregaron al Museo Histórico Cultural Juan
Santamaría para su custodia y difusión. Ningún museo
en Centroamérica posee los objetos de una batalla en su
suelo con un contexto así registrado.
El quinto momento, en el siglo XIX, lo atestiguan objetos
de vidrio y porcelana, asociados al consumo de bebidas,
licores entre ellos; envases de medicinas; productos para
el cabello y fragancias; indican lo atractivo del comercio
de mercancías de origen europeo, localizándose fragmen-
tos de vajillas de marcas inglesas, francesas y norteameri-
canas. Por ejemplo; de un plato Faiencerie, elaborado en
Francia por Gien Manuefacters-Thomas Hulm, y distri-
buido entre 1871-1875, y de platos fabricados en Inglate-
rra por W.H. Grindley & Co., entre 1891-1925.
El sexto momento, en el siglo XX, testimonia las basas o
pilotes de la escuela donde se educaba la población infan-
til ahí residente en las décadas de los años 1960 y 1970,
y la base de cemento y el pozo de agua que construyó el
Ministerio de Educación Pública. De 1979 a 1985, evi-
dencias como casquillos de balas de diferente calibre re-
cuerdan la situación de frontera y los conflictos sociales
del vecino país.
A la colección se le aporta su contexto; en cada plano
horizontal, y en la perspectiva vertical, se marca la lo-
calización y cronología de cada objeto; son 200 planos
o mapas en total. Se puede reconstruir el sector de los
combatientes de cada bando, por la concentración de
municiones; dónde estaba el campamento, la fogata, la
cocina. En otro período, con cuál tinta escribieron los
viajeros; con qué se perfumó la gente en algunos de esos
momentos; la actividad comercial es reveladora de otras
características sociales; cada fragmento encontrado narra
comportamientos humanos. El sitio excavado es como un
gran libro en la tierra, cada página se lee de abajo para
arriba o viceversa, otro significativo gran aporte al cono-
cimiento de la gesta 1856-1857.
Yulök Revista de Innovación Académica, ISSN 2215-5147, Vol. 5, N.º 1
Enero- junio 2021, pp. 9-10