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Yulök Revista de Innovación Académica, ISSN 2215-5147, Vol. 2, N.º 1
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Vargas, C. La percepción social como factor determinante en la gestión del riesgo en Costa Rica: líneas de
reexión desde la experiencia de la extensión universitaria de la Universidad Técnica Nacional: el caso
de Trabajo Comunal Universitario en San Vicente de Grecia, 2016-2017.
La percepción social como factor determinante
en la gestión del riesgo en Costa Rica:
Líneas de reflexión desde la experiencia de la extensión
universitaria de la Universidad Técnica Nacional: el caso de
Trabajo Comunal Universitario en San Vicente
de Grecia, 2016-2017
Carlos Vargas Loaiciga*
Resumen
Costa Rica es uno de los países más propensos a situaciones de emergencias a raíz de eventos naturales. La ubicación y
las condiciones geográficas son determinantes para que su grado de vulnerabilidad sea considerablemente alto. En los
últimos treinta años, han ocurrido una serie de emergencias que han cobrado vidas, así como un alto impacto económico,
tal es el caso del Terremoto de Cinchona (2009), el Huracán Otto (2016) y la Tormenta Tropical Nate (2017), experiencias
que marcaron al país considerablemente. Tomando en cuenta dicho evento, la Universidad Técnica Nacional, por medio
del Trabajo Comunal Universitario, ha generado procesos de participación que intentan promover la cultura de la preven-
ción. Por tanto, el presente artículo sistematiza la experiencia en la que se trabajó con la comunidad de San Vicente para
el fortalecimiento de la cultura de la prevención, a partir de relatos y acciones ejecutadas, que permitan la reflexión desde
la extensión universitaria.
Palabras clave: gestión ambiental, sensibilización ambiental, identidad, extensión universitaria
Abstract
Costa Rica is one of the countryies most prone to emergency situations due to natural events. The location and geographic
conditions are determinant so that their degree of vulnerability is considerably high. In the last thirty years, there have
been a series of emergencies that have claimed lives, as well as a high economic impact, such as the Cinchona Earth-
quake (2009), Hurricane Otto (2016) and Tropical Storm Nate (2017), experiences that marked the country considerably.
Taking into account this event, the Universidad Técnica Nacional, through the University Community Work, has generated
participation processes that try to promote the culture of prevention. Therefore, this article is a systematization of the ex-
perience in which we worked with the community of San Vicente to strengthen the culture of prevention, based on stories
and actions carried out, allowing reflection from the university extension.
Keywords: environmental management, environmental awareness, identity, university extension
Social perception as a determine factor in the
risk management in Costa Rica:
Reflexional lines around the experience from the university extension
of Universidad Técnica Nacional: the case of the University
Community Work in San Vicente, Grecia, 2016-2017
*Licenciado en Sociología y Máster en Estudios Latinoamericanos con énfasis en Cultura y Desarrollo, ambos obtenidos en la
Universidad Nacional de Costa Rica. Académico en la Universidad Técnica Nacional, en la cual es coordinador del proyecto
de Extensión “Fomento a la Cultura de la Prevención en situaciones de Riesgo”. Es docente en varias universidades privadas e
investigador en Colypro. varloga@gmail.com
Cómo citar / How to cite
Vargas, C. (2018). La percepción social como factor determinante en la gestión del riesgo en Costa Rica: líneas de reexión desde la
experiencia de la extensión universitaria de la Universidad Técnica Nacional: el caso de Trabajo Comunal Universitario en San
Vicente de Grecia, 2016-2017. Yulök Revista de Innovación Académica, 2(1), 55-64. https://doi.org/10.47633/yulk.v2i1.477
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Vargas, C. La percepción social como factor determinante en la gestión del riesgo en Costa Rica: líneas de
reexión desde la experiencia de la extensión universitaria de la Universidad Técnica Nacional: el caso
de Trabajo Comunal Universitario en San Vicente de Grecia, 2016-2017.
Introducción
En Costa Rica, durante los últimos dos años, se han
presentado situaciones de emergencia que han marcado
sustancialmente al país. El Huracán Otto y la Tormenta
Tropical Nate dejaron una huella que impactó a toda la
población del país en temas de prevención y atención de
emergencias a raíz de eventos naturales. A pesar de que
se cuenta con un largo historial de situaciones de emer-
gencia de mucha relevancia, la población costarricense
mantiene una percepción muy particular ante eventos na-
turales y los posibles desastres.
La Universidad Técnica Nacional (UTN), por medio de
la Dirección de Extensión y Acción Social (DEAS), de-
sarrolla el proyecto de Trabajo Comunal Universitario
(TCU) denominado “Fortalecimiento de la cultura de la
prevención de desastres por medio de los Comités Co-
munales de Emergencia, Familias y Microempresas que
se ubican en zonas de riesgo. Etapa 1: Comunidad de
San Vicente de Grecia”, el cual ha estado promoviendo la
cultura de la prevención ante situaciones de emergencia
en comunidades de alta vulnerabilidad social, siendo San
Vicente de Grecia, la primera experiencia en su imple-
mentación. A partir de esto se ha ejecutado una serie de
acciones que han generado muchas experiencias, las cua-
les son necesarias de reflexionar y transformar en nuevos
métodos de acción para la gestión del riesgo.
Por consiguiente, el presente artículo sistematiza la ex-
periencia en la que se trabajó con la comunidad de San
Vicente para el fortalecimiento de la cultura de la pre-
vención, a partir de relatos y acciones ejecutadas, que
permitan la reflexión desde la extensión universitaria.
Para ello, se hará una discusión teórica sobre la gestión
del riesgo y la percepción social del riesgo; se prosigue
con el detalle de las acciones realizadas junto con los re-
latos de las personas participantes, y, por último, el cruce
de información que de líneas para la discusión que gene-
ren aprendizajes para el abordaje de la temática.
Contexto de los eventos naturales y su
impacto en las realidades costarricenses
Costa Rica es uno de los países que ha construido una
imagen de alta categoría en temas de atención de emer-
gencias y desastres, a partir de las diversas situaciones
ambientales. En efecto, posee la Ley 8488 – Ley Na-
cional Emergencias y Prevención de Desastres, y en este
momento se está rigiendo Plan Nacional de Gestión de
Riesgo 2016-2020, segundo que entra en vigor después
del elaborado y ejecutado en el periodo 2010-2015. Asi-
mismo, la Comisión Nacional de Emergencias ya cuenta
con la Política Nacional de Gestión de Riesgo 2015-2030.
Costa Rica ha padecido una serie de eventos complejos
de origen natural, que han impactado seriamente los di-
versos sectores, los cuales van desde el sector económi-
co, turístico, agrícola, y por supuesto, social, entre otros
muchísimos más. Por ejemplo, desde el 2014, se activó
el Volcán Turrialba, el Volcán Poás, el Huracán Otto y la
Tormenta Tropical Nate. Se generó una serie de impactos
que han sido negativos en todos los ámbitos nacionales.
Estos se unen a la lista de eventos que han marcado en
todo sentido al país, tal es el caso del Huracán Mitch, o
los de terremotos de Limón, Cinchona y Nicoya.
Si se quisiera cuantificar los costos de lo que ha implicado
los impactos a partir de los eventos naturales, las sumas
nos dan datos que obligan a la reflexión, y a considerar
la importancia de la aplicabilidad de la Ley, la Política,
y por supuesto, del Plan Nacional de Gestión de Riesgo.
Por ejemplo, según Salas (2007), Centroamérica es una
de las zonas de mayor riesgo que existe, el 100 % de la
población centroamericana está bajo algún tipo de riesgo
y el 56.36 % se encuentra bajo riesgo relativamente alto
a dos o más tipos de riesgos (p.31). El autor recopila
datos del Banco Mundial, en el 2005, los cuales reflejan
que Costa Rica se encuentra en la posición número 7 de
60 países más riesgosos del mundo, con un 80.4 % de su
territorio expuesto a dos o más riesgos, lo que involucra a
un 69.2 % de la población del país (p.34).
Salas (2007) elaboró un cuadro tomando en cuenta datos
que Kjekstad recopiló de 1980 al 2000 y por el Banco
Mundial de 1992 al 2001. (Cuadro 1).
Cuadro 1: Datos sobre cantidad de muertes a nivel mundial se-
gún evento natural 1980-2001. Fuente: Salas, 2007, p. 32.
Clasificación
ordenada
Tipo de
desastre
Muertes en el
periodo
1980 - 2000
Muertes en
el periodo
1992 - 2001
1Sequía 563.701 277.574
2Tormentas
(incluidos los
ciclones tropi-
cales)
251.384 60.447
3Inundaciones 170.010 96.507
4Terremotos 158.551 77.756
5Erupciones
volcánicas
25.050 259
6Temperaturas
extremas
19.249 10.130
7Deslizamien-
tos de tierras
(avalanchas de
lodo y piedras)
18.200 9.461
8Oleajes, ma-
reas y tsunamis
3.068 2.708
9Incendios 1.046 57
Total 1.211.159 535.416
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reexión desde la experiencia de la extensión universitaria de la Universidad Técnica Nacional: el caso
de Trabajo Comunal Universitario en San Vicente de Grecia, 2016-2017.
En datos más actualizados, CAF – Banco de Desarrollo
de América Latina (2014), realizó el estudio “Índice de
vulnerabilidad y adaptación al cambio climático en la
región de América Latina y el Caribe”, en donde se ob-
servan datos que resumen la relación de desastres a par-
tir de eventos relacionados con los cambios climáticos
(inundaciones, deslizamientos, tormentas, sequías, entre
otros), desde 1980 al 2013 Costa Rica tuvo 32 desastres,
lo cual dejó una pérdida económica con base de $1.000
es de 1.138.972, lo cual representa el 0,0097 % del PIB.
Esto se traduce a 196 personas fallecidas y 1.234.612
personas afectadas, lo que representa un promedio de
10,56 % a base de 1.000 habitantes (p.25).
Desde esta perspectiva, Costa Rica ha tenido eventos
recientes que han marcado en demasía la experiencia en
desastres, los cuales podemos visualizar a continuación:
Terremoto de Cinchona, ocurrido el 8 de enero de
2009. Según el Informe de Gestión de Riesgo y Cam-
bio Climático del XV Estado de la Nación (2010),
dicho evento dejó como consecuencia un total de
22 muertes, 17 personas desaparecidas y aproxima-
damente 100 heridas; provocó daños considerables
en 71 localidades (Cinchona quedó inhabitable), sin
mencionar el efecto en infraestructura y paisajes na-
turales; dejando pérdidas económicas calculadas en
¢ 1091 077 050,00 (p.3ss).
Avalancha en Calle Lajas de Escazú, uno de los
desastres más tristes del país durante el 2010, el cual
dejó como saldo a 24 personas fallecidas. Esta ocu-
rrió por el impacto de la Tormenta Tropical Tomas,
la que obligó a atender a 2 639 personas atendidas en
46 albergues temporales alrededor del país, según la
Comisión Nacional de Emergencias.
Terremoto de Nicoya, ocurrido en el 2012, dejó
daños económicos alrededor de ¢22,360,000,000,
según datos de la Red Sismológica Nacional (2013).
Si bien no causó muertes directas, sí provocó dos fa-
llecimientos indirectos.
Según datos del XXIII Estado de la Nación (2017),
el Huracán Otto en el 2016 dejó 8 víctimas en Pana-
má y 10 en Costa Rica. Afectó a 461 comunidades y
7 425 personas tuvieron que refugiarse en albergues
temporales (p.205). En términos económicos, el país
perdió ¢106 258 millones, lo que equivale a 0,4 % del
PIB (p.207).
Datos sobre la percepción del riesgo en Costa
Rica
El Instituto de Estudios Sociales en Población (IDESPO)
de la Universidad Nacional (UNA) realizó un estudio de
percepción denominado “Percepción de la población so-
bre desplazamiento ambiental provocado por desastres
naturales en Costa Rica”. El estudio, coordinado por
Acuña, Centeno y Quirós (2017), se aplicó a una pobla-
ción de 600 personas y ofreció datos interesantes, que se
destacan en el siguiente cuadro:
El cuadro 2 ofrece una compilación de datos que son rele-
vantes para este texto, en cuanto a que notamos que existe
una noción muy alta sobre los niveles de exposición que
poseen, tanto individualmente como comunalmente, ante
eventos naturales que son recurrentes o frecuentes en el
país. Los sismos, junto con los huracanes y las activi-
dades volcánicas, han sido de los eventos que están en
mayor exposición; de media exposición son los desliza-
mientos, las inundaciones y las cabezas de agua; el de
menor exposición es la marejada.
En ese mismo cuadro se observa que coinciden en tem-
blor y el terremoto como aquellos que más se han vivido
a nivel personal, pero cambian los medios. Así, las inun-
daciones, las actividades volcánicas y el huracán se ubi-
can en este rango. Los deslizamientos, la cabeza de agua
y las marejadas son de rango bajo. Frente a ello, dentro
de la encuesta, se consultó sobre los rangos de prepara-
ción en tres niveles: personal, familiar y comunal:
Cuadro2: Datos sobre experiencia y exposición personal/co-
munal a eventos naturales, según percepción personal. Fuente:
Datos compilados a partir de la Encuesta “Percepción de la po-
blación sobre desplazamiento ambiental provocado por desas-
tres naturales en Costa Rica”, IDESPO – UNA (2017).
Evento Lo ha vivido Exposición
personal
Exposición
comunal
Temblor 62,7% - Sí 95,5% 95,8%
Terremoto 65,4% - Sí 89,2% 88,5%
Huracán 33,6% - Sí 75,0% 75,3%
Actividad
volcánica
43,8% - Sí 55,8% 56,8%
Deslizamiento 17,5% - Sí 32,5% 40,8%
Inundación 45,6% - Sí 25,2% 34,2%
Cabeza de agua 14,3% - Sí 22,3% 32,3%
Marejada 4,6% - Sí 6,7% 6,8%
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reexión desde la experiencia de la extensión universitaria de la Universidad Técnica Nacional: el caso
de Trabajo Comunal Universitario en San Vicente de Grecia, 2016-2017.
Como se puede notar en el gráfico anterior, no existe una
preparación consciente por parte de la población costa-
rricense en ninguno de los niveles, pues alrededor del
60 % de las personas encuestadas indicaron que se prepa-
ran entre poco y nada en los tres niveles. Un dato por des-
tacar es el porcentaje que se refleja sobre el nivel comu-
nal, donde 10 % indicó no saber o no responder y bajando
en porcentajes considerables en mucho o algo. Aunado a
este dato, el 62,5 % de la población encuestada indicó que
no conocen de comités en la comunidad que atiendan las
emergencias a raíz de un evento natural.
Por consiguiente, a pesar de que se den una serie de even-
tos naturales y estemos familiarizados con estos, ya sea
porque nos haya afectado, tanto personal como comunal-
mente, no poseemos una cultura de la prevención cons-
ciente que pueda prevenir este tipo de situaciones.
Extensión Universitaria como herramienta de
gestión de riesgo desde el proyecto de TCU “For-
talecimiento de la cultura de la prevención de de-
sastres”
Al partir del contexto descrito anteriormente, en el que
se refleja una situación a nivel país de alta relevancia
en cuanto al tema de la gestión del riesgo, la UTN, por
medio del Área de Extensión y Acción Social, ha gene-
rado desde el programa del TCU, líneas de acción que
permitan ser partícipes activos dentro de la temática. Es
así como el proyecto denominado “Fortalecimiento de la
cultura de Prevención de Desastres en los Comités Co-
1 La Comisión Nacional de Emergencias (CNE) es el ente rector que determina los niveles de riesgo que poseen las comuni-
dades. Al iniciar este proceso en conjunto con dicha institución, se dispuso de una lista de comunidades que fueron evaluadas de alto
riesgo por parte de la CNE. San Vicente fue seleccionado como primera etapa.
munales de Emergencias, Familias y Microempresas que
se ubican en zonas de Riesgo”, ha iniciado en su primera
etapa a forjar aportes en conjunto con la Comisión Nacio-
nal de Emergencias.
El proyecto inició en el 2016, dentro del cual, se realizó la
primera etapa en la comunidad de San Vicente de Grecia1.
Por lo cual, en este apartado, se darán detalles relaciona-
dos con una descripción puntual del proyecto, seguido de
conceptos teóricos que se poseen dentro del proyecto y
que son base metodológica, y, por último, se retomará in-
formación obtenida tras la experiencia y que se analizará
con respecto a la teoría.
a. Datos básicos del proyecto
El contexto que se ha descrito en este trabajo refleja
que estamos en un país en altas condiciones de riesgo.
En efecto, los impactos económicos, así como las vidas
humanas y naturales que se han sumado en las últimas
dos décadas, provocan una necesidad de estar más acti-
vos en la temática. La universidad no puede quedarse
marginada a este contexto. Por eso, desde el programa del
TCU, ha tomado la oportunidad para aportar en las diver-
sas comunidades que se encuentran en dicha condición.
El proyecto con el nombre “Fortalecimiento de la cultura
de Prevención de Desastres en los Comités Comunales de
Emergencias, Familias y Microempresas que se ubican en
zonas de Riesgo”, realizó la primera etapa en la comuni-
dad de San Vicente de Grecia, ejecutándose desde mayo
de 2016 hasta diciembre de 2017, es decir, estuvo en con-
tacto con la comunidad durante 18 meses. El objetivo
general del proyecto es el de “propiciar las capacidades
de prevención y alerta de desastres en las microempresas
y familias vulnerables a riesgos socionaturales o antro-
pogénicos, por medio de asesoramiento y capacitación
técnica, que permita el fortalecimiento de la cultura de la
gestión del riesgo en Costa Rica”.
El marco de acción de esta primera etapa se centró en tres
ámbitos de capacitación y asesoría: a las familias, al Co-
mité Comunal de Emergencias de San Vicente (CCESV)
y, por último, a las microempresas de la comunidad. Los
productos esperados referían a: planes familiares de emer-
gencia, talleres diversos para la capacitación comunal en
temas relacionados a la gestión del riesgo, plan comunal
de emergencias, y, por último, planes microempresariales
de emergencias.
Gráfico 1: Preparación frente a eventos naturales en nivel per-
sonal, familiar y comunal. Fuente: Infografía tomada de la
presentación de resultados Encuesta “Percepción de la pobla-
ción sobre desplazamiento ambiental provocado por desastres
naturales en Costa Rica”, IDESPO – UNA (2017).
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reexión desde la experiencia de la extensión universitaria de la Universidad Técnica Nacional: el caso
de Trabajo Comunal Universitario en San Vicente de Grecia, 2016-2017.
Para lograr dichos propósitos, el grupo de estudiantes que
matricule en este proyecto de TCU2, se le capacita en la
temática por parte del docente coordinador, quien imparte
talleres básicos sobre la gestión del riesgo desde un enfo-
que social, así como la gestión comunitaria (planificación
y ejecución). Asimismo, la CNE, por medio del facilita-
dor de la zona, explica la Ley 8488 y el funcionamiento
de la institución. Por último, el docente coordinador da
seguimiento y acompañamiento durante todo el proceso.
b. Bases teóricas del proyecto
La base teórica de este proyecto es la construcción
social del riesgo y la percepción social del riesgo.
Ante ello, se hará una descripción teórica básica, en la
que se refleja los conceptos mencionados anteriormente.
Ulrich Beck fue el encargado de acuñar el concepto de
sociedad del riesgo. Según Paulus (2004), Beck constru-
ye dicho concepto como una forma de comprensión de
los daños que se han dado a partir del proceso civilizato-
rio. Para el autor, Beck explica que el concepto de riesgo
tiene dos elementos que se relacionan entre sí: “por una
parte referirse al daño infligido a la naturaleza, y por otra
señalar como agente de este daño al desarrollo propio del
proceso civilizatorio (modernización)” (p.132).
Históricamente, hubo una forma de ver y estudiar los
eventos naturales. Según Mansilla, en Chavarría y Cam-
pos (2005), los desastres y sus análisis han sido orienta-
dos sobre los fenómenos naturales, propios de las diná-
micas terrestres y las alteraciones climáticas, siendo estas
las bases para las explicaciones del enfoque denominado
“naturalista”. Chavarría y Campos (2005) indican que
esas fueron por mucho tiempo las justificaciones para
denominar las situaciones como “desastres naturales”.
Se trata de una conceptualización errónea, como lo vere-
mos a continuación (p.49).
Como contraparte, tras un amplio análisis de los elemen-
tos causantes de un desastre, se consolidó el enfoque de-
nominado la “dimensión social del riesgo o la construc-
ción social del riesgo”. En este marco de consideraciones
y a manera de ilustración, Chavarría y Campos (2005)
se refieren al riesgo como un concepto aplicable a casi
todas las actividades humanas. Se muestra como aquella
posibilidad o probabilidad de ocurrencia de una situación
desastrosa para la vida o para el entorno (p.46). Se con-
sidera oportuna la dimensión social del riesgo, pues en
esta encontramos el riesgo como una condición latente
que capta posibilidades de pérdidas en el futuro. Para La-
vell (s.f.), es una posibilidad y una probabilidad de daños
como consecuencias de ciertas condiciones sociales: “se
2 Para más información correspondiente al proceso y dinámica del TCU dentro de la UTN, puede visitar la página
web www.utn.ac.cr.
refiere a un contexto caracterizado por la probabilidad de
pérdidas y daños en el futuro, las que van desde las físicas
hasta las sicosociales y culturales.” (p.2).
No obstante, se aclara que el riesgo tiene dos condicio-
nantes para formar un desastre. Lavell (s.f.) explica que
existen dos factores en el riesgo, que son los factores de
amenaza y los factores de vulnerabilidad. La amenaza es
la posibilidad de ocurrencia de algún evento físico, aun-
que su origen no sea físico, que pueda generar o causar
daños a la sociedad. Al respecto el autor clasifica tres
tipos: a) Naturales, todas aquellas situaciones o activida-
des plenas de la naturaleza provocadas por dinámicas de
tipo geológicas, atmosféricas, oceánicas, etc; por ejem-
plo, sismos, huracanas, tsunamis, etc; b) socio-naturales,
causadas por la combinación o relación del mundo natu-
ral con las prácticas sociales, tales casos son las inunda-
ciones, sequías, deslizamientos, desgaste de la capa de
ozono; c) antropogénicas, las cuales tienen como origen
actividades totalmente humanas, en los que podemos en-
contrar la contaminación, explosiones, derrames de mate-
riales tóxicos, entre otros (p.3).
El segundo factor de riesgo es la vulnerabilidad.
Lavell (s.f.) indica que esta “se refiere a una serie de ca-
racterísticas diferenciadas de la sociedad, o subconjuntos,
que le predisponen a sufrir daños frente al impacto de
un evento físico externo, y que dificultan su posterior re-
cuperación”. Resumidamente, la vulnerabilidad sería “la
propensión de una sociedad para sufrir daños y de encon-
trar dificultades en recuperarse posteriormente.” (p.2).
La vulnerabilidad es un constructo social, por lo que una
comunidad, una persona o un país, son vulnerables en
cuanto a las condiciones sociales, económicas, culturales,
psicológicas, estructurales, entre muchas otras, sean re-
troalimentadas de forma negativa o positiva. En tal senti-
do, Wilches Chaux en Lavell (s.f.), manifiesta que:
La vulnerabilidad de la sociedad puede manifestar-
se a través de distintos componentes o elementos,
cada uno resultado de un proceso social particu-
lar. Algunas de las manifestaciones o dimensiones
prevalecientes de la vulnerabilidad se encuentran
en la ubicación de población, producción e in-
fraestructura en áreas de potencial impacto (p.3).
Teóricamente, Lavell (s.f.) conceptualiza el desastre
como la realización de las condiciones de riesgo preexis-
tentes en la sociedad. Estas condiciones construidas so-
cialmente, frente a una amenaza de tipo natural (p.5).
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Además, se encuentra la percepción social del riesgo, la
cual tiene como premisa que es un proceso plenamente
social. Así lo plantea Caballero (2007), quien explica que
la percepción es una visión que está ligada a la historia
personal o comunal, a partir de elaboraciones conceptua-
les de carácter social y de condiciones sociales, y que, en
determinadas situaciones externas, permitirían responder
de una u otra forma (p.110).
Aguilar y Brenes (2008) también ubican el concepto de
percepción como social: “pasa por una serie de procesos
que hacen del mismo una construcción colectiva: memo-
ria histórica, mitos y creencias compartidas, relaciones
vinculares y de arraigo comunitario, luchas compartidas,
vivencias cotidianas, entre otras” (p.5).
Por consiguiente, ante una situación de desastre, la per-
cepción colectiva sobre el riesgo, es sin duda, un factor
determinante. Aguilar y Brenes (2008) explican que la
percepción es un producto sociocultural e histórico, por
lo cual: “la percepción del riesgo es entonces un producto
social y en sí misma una construcción cultural, en donde
dependiendo del contexto se aceptan o no determinados
riesgos” (p.3). Por tanto, Aguilar y Brenes (2013) citando
a varios autores como Lecompte y Weinberg, indican que
la percepción es proceso multidimensional, y que este se
conforma de informaciones que han sido recibidas desde
el mundo real y que son percibidas en función de proce-
sos socioculturales que intervienen en las personas, en su
personalidad, en sus experiencias. Esto genera exposi-
ción al riesgo. (p.11).
c. Bases metodológicas: Estudio de caso de San
Vicente
Según la web oficial de la UTN, el TCU tiene como pro-
pósito el constituir agentes transformadores de las rea-
lidades sociales, por medio de equipos humanos entre
estudiantes y docentes que, a su vez, cuenten con visión
de cambio y conciencia social, y con ello, realizar accio-
nes que generen impacto por medio de sus acciones en
la sociedad. En síntesis, es el vínculo que tienen las co-
munidades con la Universidad. La UTN posee diversos
proyectos. Este constituye uno de ellos.
Dicho esto, como característica metodológica por men-
cionar, el proyecto acá sistematizado contó con la me-
todología denominada estudio de campo, el cual posee
los siguientes fundamentos: el primer elemento por con-
siderar de ese tipo de investigación, es la cualidad que
describe Bernal (2010), la cual refiere a que “involucra
aspectos descriptivos y explicativos de los temas de ob-
jeto de estudio, pero además, utilizan información tanto
cuantitativa como cualitativa.” (p.116). Asimismo, el au-
tor explica que en este tipo de investigación “las principa-
les fuentes para la obtención de la información, en el es-
tudio de caso, son las personas directamente relacionadas
con el caso o la unidad de análisis y documentos de toda
índole válidos que contengan información sobre el caso”
(p.116). Esta investigación pretende no generalizar, sino
que tomar cada una de las comunidades como casos espe-
cíficos para profundizar en la percepción sobre el riesgo.
Este proyecto posee como contraparte la Comisión Na-
cional de Emergencias, la cual dio una lista de comuni-
dades prioritarias, según el análisis de las condiciones de
riesgo en Alajuela. San Vicente es el primero en esta lista.
Una vez seleccionada, se recurrió a los siguientes pasos:
Capacitación y sensibilización estudiantil, coordi-
nado por el docente de la UTN y la CNE, sobre la ley
8488.
Reconocimiento e inserción comunal en conjunto
con el Comité Comunal de Emergencias.
Planteamiento de subproyectos y aplicación de
procesos establecidos por la CNE, como lo son el plan
comunal de emergencias, planes familiares, y otros
agregados por parte del equipo estudiantes-docente.
Alianzas con el Comité Municipal de Emergen-
cias y las instituciones que la componen, para la eje-
cución de actividades.
Informes de estudiantes sobre productos alcanza-
dos.
Vivir en incertidumbre: la experiencia de San Vi-
cente de Grecia desde los datos, los impactos y
las acciones
a. San Vicente en datos e impactos de emergencia
En noviembre de 2013, la comunidad de San Vicente se
vio afectada seriamente tras deslizamientos que fueron
provocados por las lluvias de ese momento. Según di-
versas notas de ese momento, publicadas por La Nación
(2013) y El Sol de Occidente (2013), 153 personas se
vieron afectadas por el evento. Alrededor de 30 fami-
lias fueron las que perdieron sus casas definitivamente,
mientras que 74 personas amanecieron en albergues tras
dicha emergencia. Dicha situación no provocó la muerte
de ninguna persona.
Para ese momento, según las notas de La Nación (2013)
y El Sol Naciente (2013), se coordinaron esfuerzos entre
la Municipalidad de Grecia y el Ministerio de Vivienda,
para la conformación de un proyecto de vivienda en don-
de se reubicarán a las personas afectadas. Sin embargo,
para este momento (marzo 2018), esto no ha sido con-
cretado.
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reexión desde la experiencia de la extensión universitaria de la Universidad Técnica Nacional: el caso
de Trabajo Comunal Universitario en San Vicente de Grecia, 2016-2017.
San Vicente es una comunidad considerada como de alta
vulnerabilidad social, expuesta a situaciones de desliza-
mientos potenciales. Según datos del Servicio de Salud
de la Caja Costarricense de Seguro Social, dentro de los
seis sectores que conforman la comunidad, hay alrededor
de 619 personas. A continuación, un resumen de los da-
tos generales de la comunidad:
52 % son mujeres y 48 % son hombres
56 % de la población llega a tener primaria, del
cual 25 % la ha completado. El 26 % ha llegado a
secundaria, pero de este. Solamente 8 % la completa-
ron. En el caso de la universidad, 7 % han llegado a
este nivel, del cual 3 % la ha finalizado. El 4 % de la
comunidad no posee ningún estudio.
La mayor parte de la población es adulta: 30 %
posee menos de 18 años, y de ese porcentaje, 40 %
son adolescentes. Del 70 % de la población adulta,
del 12 % son personas adultas mayores.
El 27 % de la población está en una condición de
medio (8 %) o alto riesgo (19 %).
Como se puede notar con los datos anteriores, las con-
diciones de riesgo son bastante considerables. Ante este
panorama, el TCU trabajó buscando los diversos produc-
tos descritos anteriormente e intentando la coordinación
comunitaria y la concientización de construir la cultura
de la prevención. Sin embargo, las condiciones socioe-
conómicas, y las diversas situaciones comunales, focali-
zaron el problema de la vivienda como un tema común.
En efecto, al ingresar a San Vicente en mayo 2016, existía
una efervescencia tras el cambio de gobierno local, lo que
incentivó la esperanza de concretar el proyecto de vivien-
da para trasladar a las personas afectadas durante el 2013.
La situación anterior se agravó tras el paso del Huracán
Otto en noviembre de 2016, y aún mayor, en octubre de
2018, cuando impactó la tormenta Nate al país. En este
último caso, sí dio una consecuencia grave, ya que se vie-
ron afectados varios de los sectores, inclusive, desconec-
tando el paso en uno de ellos. Esto provocó la apertura
del albergue, en donde 32 familias se ubicaron durante
la emergencia. Existen protocolos de aperturas de alber-
gues y solicitudes de abandono de casas en situaciones de
riesgo, porque es la Municipalidad correspondiente, por
medio de la figura del Alcalde, quien da la declaración.
Esto según la Ley 8488.
b. Acciones desde el TCU: balance general desde lo
planificado y ejecutado
El TCU se había planteado una serie de productos, los
cuales fueron planificados en coordinación con la CNE,
quienes dieron la validación teórica y metodológica.
Sin embargo, dentro de los retos que existen en la gestión
comunitaria, está intentar la ejecución de lo planificado, y
en tal caso de no poder realizarlo, tener la capacidad para
leer las oportunidades y replantear las mejores acciones
posibles que den beneficios a la comunidad. Este segun-
do punto fue el que aconteció en San Vicente.
El problema de la vivienda, como situación de alta im-
portancia para la comunidad, generaba resistencia en la
participación en las actividades, pues ¿para qué preve-
nir si nos tienen que trasladar? Asimismo, la percepción
social del riesgo permeaba considerablemente, porque, a
pesar de tener altas condiciones de riesgo, muchas de las
personas no lo percibían como tal, máxime si era de otro
de los sectores.
Así es como desde la coordinación del proyecto, en con-
junto con la CNE, se dieron a la tarea de replantear los
productos de manera constante, y de coordinar con el Co-
mité Cantonal de Emergencias de Grecia, acciones que
permitieran mayor participación. De esta forma, se tuvo
que descartar la realización de los planes familiares de
emergencias (se finalizaron los que se habían iniciado) y
los planes microempresariales de emergencias y, con ello,
centrarse en actividades de mayor alcance, ejecutarlas en
plazos periódicos que llamaran la atención y que atraje-
ran más a las personas.
Según el documento “Informe de resultado. Proyecto
TCU-115 Fortalecimiento de la cultura de la prevención
de desastres por medio de los Comités Comunales de
Emergencia, Familias y Microempresas que se ubican en
zonas de riesgo. Etapa 1: Comunidad de San Vicente de
Grecia”, realizado por Vargas (2018), los siguientes fue-
ron algunos de las actividades ejecutadas:
Plan Comunal de Emergencias: se realizó por
etapas, donde se dieron capacitaciones al CCESV, se
recopiló información respectiva al Diagnóstico Socio-
demográfico y se realizó un mapa de percepción de
riesgo de la comunidad.
Ferias Comunales de Prevención: se realizaron
dos ferias comunales en conjunto con instituciones
del cantón relacionadas con temas de riesgo. Asimis-
mo, se hizo una actividad de cierre del proyecto.
Planes Familiares de Emergencias: se construye-
ron algunos planes familiares con familias que parti-
ciparon voluntariamente.
Jornadas de prevención: se realizaron varias jorna-
das de prevención, en las que se tocaron temas como
primeros auxilios, uso de extintores y otras situacio-
nes similares en casa, eventos naturales, entre otros.
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de Trabajo Comunal Universitario en San Vicente de Grecia, 2016-2017.
c. Cómo se vive dentro del riesgo desde los relatos
comunales
Dentro de los aspectos más valiosos del proyecto, se en-
cuentran aquellas conversaciones que cuentan las histo-
rias de cómo se vive dentro del riesgo. La incertidumbre,
el miedo, la necesidad de protegerse y de proteger, y por
qué no, la decepción de vivir rodeado de condiciones de
alta vulnerabilidad socioeconómica. Desde el TCU se
dieron momentos en que el grupo de estudiantes logró
hacer empatía con la comunidad, y las personas respon-
dieron confiando sus historias.
Dentro de las situaciones más complejas que se vivieron
dentro de la ejecución del proyecto, fue el dar seguimien-
to a las posibles consecuencias del Huracán Otto y la Tor-
menta Nate. La comunidad al estar expuesta a emergen-
cias, se potencia con este tipo de situaciones y se genera
una necesidad de apoyo emocional, porque lo material es
complejo de resolver en lo inmediato. Así es como gru-
pos de estudiantes hicieron donaciones, llamaron a per-
sonas de la comunidad y, en algunos casos, les visitaron.
No es sencillo enfrentar los diversos momentos en los que
se vive dentro de condiciones de riesgo, ya que, como
personas socialmente construidas, tenemos muchísimos
factores socioculturales, económicos y emocionales, que
permean en cada una de las nuestras acciones. Estar y
vivir el momento de la emergencia, impacta profunda-
mente en las personas, por lo cual, se hace necesario un
proceso de acompañamiento y escucha, para que, desde
la academia y los grupos de estudiantes, se puedan dar
herramientas de acción.
La pobreza es una de las condiciones que coinciden den-
tro de las personas que están en alto riesgo. Esto incide
directamente, ya que, ante situaciones de emergencia y
órdenes de desalojo, y no tener dónde estar, las familias
regresan a sus antiguas casas. Este fue el caso de doña
María3, quien en el 2013 fue desalojada de su casa, ubica-
da en la zona de emergencia:
“(…) el día que nos sacaron, estaba pensando que ya
iba a empezar a llover. Yo me quedo viendo, y se vi-
nieron unos palotes, y volví a ver para abajo, y le dije a
mi esposo: se está yendo el terreno más abajo. En eso,
escuché a la gente decir: - vean, vean, como se está ca-
yendo todo. El Alcalde decidió y nos dijo: -va toda la
gente para afuera -” (María, entrevista personal, 2017).
¿Cómo sostener a una familia en otro sitio sin las condi-
ciones económicas? Es complejo, las ayudas institucio-
nales en estos casos son por plazos que no exceden los 3
3 Se utilizan nombres cticios.
meses, en donde se puede alquilar durante dicho periodo.
Sin haber podido resolver una situación de reubicación,
las familias reinciden en la vivienda y se exponen al ries-
go. El sentido de pertenencia, el arraigo y el significado
de la casa fue lo que a María más le dolía, esa incertidum-
bre de haber realizado un sacrificio grande para poder
construir su casa y perderla, aunado a las sensaciones de
incertidumbre que no se logran concretar para reubicarse:
“Fue horrible, perder lo que a uno le costó, porque
nos costó, nos costó. Tuve que dejar a mis hijos
mientras nos íbamos a trabajar, sacar puros prés-
tamos para meterle a la casa. A mí me encanta-
ba mi casa. Cuando yo vine a sacar los chunches,
ahí me agarró una melancolía, al no ver camas, no
ver nada (…). En ese momento me di cuenta que
(sic) había unas rajaduras, y es que nunca se nota-
ron. Pero habíamos vivido años ahí y nunca había
pasado nada”. (María, entrevista personal, 2017).
Si bien es cierto, dentro de las comunidades se pueden
compartir espacios y sentidos de pertenencia, las sensa-
ciones y los sentimientos correspondientes a la casa son
aspectos que son necesarios de comprender y de trabajar,
pues, este sentido de pertenencia, de lo mío, no se puede
recomponer y hace que se puedan obviar muchas de las
situaciones de riesgo. Esto lo ejemplifica otra de las per-
sonas de la comunidad, una de las afectadas con la emer-
gencia de 2017, Jairo, pues su vivienda se encuentra justo
en uno de los puntos que se declararon deshabilitados.
Para el momento de la entrevista, Jairo no había recibido
ninguna orden de desalojo, sin embargo, él no tenía la
intención de moverse hasta que le dieran vivienda nueva:
“Tengo 30 años de vivir aquí, y esta casa estaba a ras
del paredón. Pero, eso se fue lavando. Eso es cul-
pa de la Municipalidad que dio permisos para dis-
que un colegio o universidad allá arriba, y el agua
viene para acá. Después de que nos pidieron salir,
me vine para acá, no tengo porqué andar robando
(…). Si ellos vinieran y me dan la seguridad con
un documento formal de que voy a tener una vi-
vienda, yo me voy. Mientras, de aquí como le dije
a un montón de policías, ustedes no me pueden pe-
gar un balazo”. (Jairo, entrevista personal, 2017).
San Vicente es uno de los ejemplos a nivel nacional de
lo que sucede en situaciones de emergencia. Resulta
fundamental que la red de alerta para la atención de las
emergencias es de resaltar. Esta red es la que inmediata,
o posteriormente, evalúan para determinar si se catalogan
como desastres. Es por esta red que se puede asegurar que
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reexión desde la experiencia de la extensión universitaria de la Universidad Técnica Nacional: el caso
de Trabajo Comunal Universitario en San Vicente de Grecia, 2016-2017.
no es por casualidad que, de momento en San Vicente, no
se ha presentado ningún caso de fallecimiento. La UTN,
desde el TCU, logró que se le pusiera más atención con
las recomendaciones y actividades constantes realizadas
en conjunto con el Comité Cantonal de Emergencia.
Sin embargo, lo que narró Jairo es el punto al que cues-
ta llegar en proceso de construcción de la cultura de la
prevención. El sentido de pertenencia por el espacio y
la incertidumbre que genera la no respuesta concreta de
proyectos de reubicación o de reconstrucción, es una
de las debilidades que se debe analizar cuanto antes.
Este es uno de los aspectos más complejos para quienes
intentan promover la cultura de la prevención; es decir, si
no es la vida propia lo que puede dar una razón justificada
para involucrarse en procesos de prevención, entonces,
¿qué lo es? El sentido de inmunidad dentro de Costa Rica
trasciende a los marcos de acción hasta ahora realizados.
En efecto, hasta que no se rompa esa pared simbólica, el
alcance será menor del proyectado, y eso es, justamente,
lo que ocurrió en esta primera etapa del proyecto de TCU.
Ahora bien, no todo es negativo, porque la vida humana
sigue siendo el testimonio base para el discurso de con-
vencimiento que permite fomentar la cultura de la pre-
vención. Matilde, una de las personas afectadas y des-
alojadas tras la emergencia de Nate, comentó: “diay, uno
lo que único que piensa en ese momento es que todos
estábamos con vida, porque escasos diez minutos, yo ha-
bía pasado por ahí, por el puente que se llevó el agua”.
Lo complejo de este ejemplo consiste en que la sensación
de la inmunidad se rompe hasta que la misma persona
experimenta la situación en la que su vida, o la de su fa-
milia, pudo haber sido impactada directamente.
Consideraciones finales: líneas de reflexión, en-
tre la gestión y la percepción del riesgo como
base para la transformación de las realidades
La gestión del riesgo, desde el enfoque social, es una de
las herramientas que ha generado variadas reflexiones
sobre la relación entre las situaciones de emergencia y
posibles desastres, frente a los eventos naturales. La ges-
tión de riesgo, como proceso socialmente construido, no
puede quedarse en la acción concreta de informar, sino
que, el concepto de cultura de la prevención debe ir más
allá de informar y estar preparados.
En efecto, la cultura de la prevención se debe poner en
planos diversos que existen procesos de construcción de
identidades comunales y uno de los principales determi-
nantes en las identidades se relaciona con el sentido de
pertenencia y, por supuesto, la significación tras la apro-
piación del espacio físico inmediato, como lo es la casa
de habitación de las personas. Esto puede generar un sen-
tido de inmunidad, tal y como lo vimos en los relatos. Sin
embargo, el sentido de la vida, de una u otra forma, recae
en las personas, pero hasta que se experimente alguna si-
tuación que genere la crisis.
Dicho de otra forma, la percepción del riesgo en las per-
sonas que viven con riesgo es tan baja, que, hasta no ex-
perimentar una situación de emergencia, no se cuestionan
los posibles desastres, cayendo a una situación de vivir
en negación del riesgo. Este es el gran reto, y una de las
reflexiones que más deja la experiencia de trabajar du-
rante casi dos años en la comunidad de San Vicente, en
donde la improvisación para llegar a construir bases de la
cultura de la prevención, no han sido sencillos.
Otro de los retos más importantes refiere a la necesidad
de mejorar la articulación entre las instituciones públicas
que les concierne los proyectos de reubicación o de re-
construcción. Ante las condiciones actuales en las que
vive el país, así como los diversos riesgos a los que está
expuesto, el reto no es sencillo, pues mucha población
está en condición de riesgo. Sin embargo, la voluntad
política debería de agendar el tema para la búsqueda de
soluciones expeditas en situaciones de emergencia, para
que las poblaciones no reincidan en las condiciones de
riesgo.
Por último, es inminente la relación que existe entre la
vulnerabilidad económica y la alta exposición al riesgo
y, en ese sentido, hasta que no se aborde esta relación de
manera seria y con mayor alcance, la cultura de la preven-
ción no será fuerte.
Conclusiones
Derivadas de los planteamientos desarrollados durante
este ensayo, se plantean las siguientes conclusiones:
Para la comprensión de las situaciones de riesgo que se
viven a nivel nacional, es fundamental el entendimiento
de las dinámicas propias comunales, que son parte indis-
pensable en la construcción social del riesgo. Este paso
bien realizado podrá ser base para fortalecer la cultura de
la prevención y enmarcar acciones para la gestión corres-
pondiente.
Todos los casos serán únicos y particulares, los cuales
pueden tener algunas coincidencias que sirven de base
para comprensión, análisis y ejecución de acciones de
prevención. En este sentido, el Comité Comunal de
Emergencias de cualquier comunidad, es la clave para
construir buenas prácticas en prevención.
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reexión desde la experiencia de la extensión universitaria de la Universidad Técnica Nacional: el caso
de Trabajo Comunal Universitario en San Vicente de Grecia, 2016-2017.
Por consiguiente, es fundamental capacitar y construir
herramientas en conjunto con los Comités Comunales –
Comités Municipales y Comités Regionales, para proce-
sos efectivos de prevención.
San Vicente de Grecia, es una comunidad que necesita
acompañamiento institucional, y a partir de ello, la UTN,
por medio del TCU, ha realizado exposiciones y ha entre-
gado informes a la Municipalidad de Grecia para que se
den los seguimientos técnicos y sociales correspondien-
tes.
En este sentido, la UTN, por medio del TCU, mantiene
vínculos con la Municipalidad, para verificar acciones
que se puedan enmarcar en conjunto. Sin embargo, la la-
bor del TCU es replicar estas experiencias, evaluadas en
conjunto y técnicamente, en otras comunidades.
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