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Yulök Revista de Innovación Académica, ISSN 2215-5147, Vol. 8, N.º 1
Enero-Junio 2024, pp. 10-30
Alvarado, O. y Fonseca, J. Innovación en la función pública: gestión basada en datos, ecosistemas
productivos, sectores impulsores y el optimizador.
blecer los ecosistemas, las fronteras no son un elemento
que marque el inicio o el final de un ecosistema (Tsu-
mito et al, 2018, Kapoor et al, 2021), esto debido a que
en los ecosistemas productivos al igual que en biológicos
es difícil hacer una delimitación del mismo, por lo que
para efectos de estudio se proponen límites conceptuales
con el fin de identificar los diferentes tipos de ecosistema
(Cobben et al., 2022). Aunque en este aspecto hay una
diferencia con la noción de ecosistema que se propone, y
que podría estar más cerca de Kapoor (2021), en términos
de que este intenta ampliar el concepto a partir de una in-
dustria o servicio y tratar de observar el impacto que este
tiene en las redes sociales en las que se encuentra inmer-
so, cuando el ecosistema está determinado por los nive-
les técnicos, inclusive todos los elementos que forman el
núcleo técnico de una organización, el nivel de la misión
de la organización, y los actores que están relacionados
como consumidores o proveedores, y por último propone
la gobernanza a la que tiene que obedecer.
El problema de esta visión, al igual que todas las encon-
tradas, es que parten de un elemento abstracto como una
industria y a partir de allí, ven las relaciones que tiene
con otras industrias y la comunidad. Este tipo de gerencia
asume de fondo que todos los seres humanos tienen las
mismas cualidades y talentos, o en el mejor de los casos,
que, mediante entrenamiento, se pueden reproducir todas
las características necesarias para cada ecosistema; o sea,
que es una especie de algoritmo que es independiente del
hardware, como en las computadoras, el hardware no es
más que las regiones en las que están y en los seres hu-
manos específicos que viven en ellas. Algo que viene a
ser problemático desde cualquier punto de vista, sólo por
anotar un elemento a manera de ejemplo: no es igual la
cultura asiática, altamente jerárquica (Páez et al, 2002),
que la cultura occidental, mucho más horizontal. Estas
definiciones o perspectivas no toman en cuenta que el
concepto de ecosistema lleva inserto en sí mismo la inte-
racción con los medios específicos.
Aunque es relativamente esperable que se parta de este
extremo de la cuerda, ya que son investigaciones en ge-
rencia, y lo que se busca es aumentar la competitividad de
la organización determinada. Esto nos lleva a un proble-
ma fundamental sobre el que hay que hacer una mención
especial: existe una enorme diferencia en los objetivos
del administrador de una empresa y los de un hacedor de
política pública.
Para el administrador de una empresa, como ya se men-
cionó, es primordial la creación de valor y el aumento
de la competitividad. Asumamos que esta organización
existe en un medio económico con competencia perfecta,
lo que significa ser más competitivo, es el acrecentar la
cuota de mercado a la que la empresa tiene acceso, lo que
le permite incrementar su valor. Pensemos por un mo-
mento lo que representa este punto, cuando las fuerzas de
un mercado están en equilibrio, todos los oferentes ten-
drán una cuota de mercado que depende de la cantidad
de consumidores a los que su producto puede “seducir”.
Para aumentar la riqueza/ganancia, o lo que generalmen-
te agrega el valor de la empresa se puede lograr de dos
formas: por un lado, a través de una disminución de los
costos de producción, vía una mejora tecnológica, o bien
diferenciando su producto. Con estas premisas, lo espe-
rable es que un mejoramiento en la eficiencia tecnológica
que lleva a una eficiencia en los costos o el recibir algún
tipo de beneficio fiscal, esto se traslade al usuario final en
la forma de una reducción de precio que aumente su cuo-
ta de mercado y por consiguiente la ganancia. En térmi-
nos generales, esto significa que si se posee una ventaja
que la competencia no posee, esto lleva ineludiblemente
a tener la preferencia de los consumidores. Es por esto,
cuando en las investigaciones de negocios el principal
objetivo es el aumento de la competitividad, o sea, tratar
de encontrar aquellas ventajas que aumentan la cuota de
mercado, es decir, disminuir la cuota de mercado de los
otros competidores; en otras palabras, esta fuerza va en
contra de la competencia. Precisamente cuando el mer-
cado no es competitivo, estos mismos elementos llevan
a una concentración que destruye la dinámica, o sea, el
bajar los costos no implica una disminución de precio, ya
que el oferente no puede aumentar la cuota de mercado
o es poco significativa en términos de ganancia. Así el
ahorro en coste se traslada directamente a la ganancia del
oferente.
Por otro lado, la misión de los hacedores de política pú-
blica es buscar el aumento de la diversidad en los ecosis-
temas, es decir, fomentar la competencia en los mercados,
de tal forma que esté repartido lo máximo posible. Esto
porque por definición la competencia es la capacidad que
tiene el mercado para que las decisiones sean tomadas por
los consumidores y no por los oferentes, también, compe-
tencia es la capacidad de un mercado de que ningún ofe-
rente pueda tomar decisiones significativas que afecten el
mercado en el que está. Cuando esta regla se rompe, un
oferente obtiene el poder de tomar decisiones que deter-
minan el comportamiento del mercado, lo que le permite
velar por acciones que le beneficien. De manera que, la
máxima competitividad se produciría en el momento que
un oferente es monopólico u oligopólico coludido, así
tendría un mercado cautivo.
En consecuencia, existen dos polos importantes que tie-
nen objetivos contrarios, por un lado, los que deben au-
mentar la competitividad de las empresas, o sea, destruir
a los competidores, y, por otro lado, el aumento de la
competencia.